martes, agosto 08, 2006

Sin Miedo a Nada

Marzo 04 de 2006

“Me muero por suplicarte, que no te vayas mi vida
Me muero por escucharte decir las cosas que nunca digas
Más me callo y te marchas, mantengo la esperanza
De ser capaz algún día…”

Evitaba esa canción. Dedicada por Gonzalo. Ese día que no pudo llegar a Chile a verme. Cuanto lloré cuando la escuché y con las manos atadas no podía hacer nada para tenerlo a mi lado.

No quería escucharla y no he vuelto a escuchar el Cd, desde que terminamos. Mi corazón experimentó una sensación suave. Sus palpitaciones se hicieron más débiles y sentí cariño por él.

“…Cuanto tiempo vamos a esperar…”

3 años en vano. Donde mantuve la ilusión de tener al fin un hogar, una familia, un compañero, hijos… Todo se desvaneció y sentí rabia contra él. Por su cobardía, por sus miedos, por su inseguridad, por su inmadurez.

“…besarnos hasta desgastarnos nuestros labios...”

La Pao tiene razón, "luego del amor, viene el odio” y yo sentí odio por él.

Mi odio llegó al extremo de despreocupar una planta oriunda de Montevideo. En una visita a casa de Silvia (hermana de Gonzalo), la conocí. Quedé impresionada al ver su belleza y al sentir su dulce fragancia. Debe ser pariente o de la misma familia que la flor de la Pluma, pues sus tallos de tronco leñoso son brazos que recorren panderetas, aleros y terrazas sin parar (como las parras) y como unos dedos va echando guías que se aferran a todo lo que encuentran en su camino infinito. Se debe podar porque es muy invasora. Su flor al igual que la de la Pluma, es de un lila suave muy fragante. Pero a diferencia de la pluma que parece un racimo de uva con sus gajos colgando, ésta, igual en racimos, tiene unos pétalos enroscados como un caracol.


La Flor de Caracol. Así se llama. Mi ex cuñado me regaló dos capis secos que tenía la mata, y yo me los traje a Chile muy escondidos. Sintiendo en el aeropuerto que estaba contrabandeando droga. Los capis estuvieron guardados dos largos años, esperando el momento que yo eligiera para sembrarlos. Tomé un día cuando ya estaba en mi casa, las semillas y las planté. Las cuidé del calor excesivo, la cuidé de las heladas, de la humedad. Hasta que la semilla germinó llenándome de felicidad.

Hay plantas muy difíciles de cultivar partiendo sólo de una semilla y ella creció para mí, convirtiéndose en un pequeño y frágil tallito. De seis semillas sembradas, brotaron cinco ramitas. Las volví a proteger para el año siguiente. Pero mis cuidados fueron poco. En invierno se medio secaron. En primavera no había nada. “Pucha voy a tener que botar la tierra del pequeño macetero blanco” (el único macetero blanco, especial para ella). Escarbé con mis dedos la tierra y encontré algo… era como una pequeña papa, extraña. La volví a enterrar por si brotaba. Pero ya había terminado con Gonzalo y la rabia que sentía contra él me hizo despreocupar la plantita… ya no me interesaba si vivía o no… ya no quería tener una flor de Caracol en mi casa. Y así como saqué del portarretrato nuestra foto de mi velador, la planta quedó abandonada…


Tal vez la pobrecilla sintiera mi desprecio, porque para el verano volvió a brotar, regalándome una larga y hermosa guía, llena de hojitas. Parece que también me trae una flor. Me deleitará con su alegría… y cubrirá el alero que construí para ella.

Será la única planta en Chile, y viene de Montevideo, donde viví momentos maravillosos con Gonzalo.

Después de el amor viene el odio… y después, la indiferencia”.

Eso es lo que vivo ahora, la indiferencia. Por eso mismo no cambié la Radio para evitar la canción, ni la apagué… al contrario, la escuché… y sentí un poquito de nostalgia. Pero yo sé que él no me habría hecho feliz. Éramos muy diferentes, así es que, me convencí de dejarlo pasar y continuar mi ardua búsqueda del amor. Y como sé, que el que busca, encuentra… sigo mi camino.

1 Comments:

Blogger Águila libre Opinó...

Que linda la flor de esa planta, nunca la habia visto.

Es una pena cuando una relación no resulta, pero siempre, siempre, al final es para mejor y llega la persona indicada.

Cariños

María Paz

08 agosto, 2006 18:09  

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