jueves, julio 13, 2006

El Transantiago

Noviembre 25 de 2005


Cuando comenzó el Transantiago hubieron muchos problemas, la gente reclamaba porque el servicio era lento, las máquinas nuevas hacían taco y tenían dificultad para desplazarse, a parte que no paraban en cualquier parte, sólo se detienen en las paradas.

Como el Chileno es desordenado y al lote, estábamos mal acostumbrados. Creo que eso sólo sucede en Chile. Hacíamos parar la micro en cualquier esquina y nos bajábamos a su vez en cualquier esquina. Eso hacía que las micros demoraran mucho en llegar a destino. Hasta yo me enojé con este proyecto. La micro que yo tomo no pasaba nunca y cuando pasaba, venía llena. Así pasaron unos cuantos días… yo hasta presenté un reclamo por escrito en el diario La Segunda en esos debates que hay donde uno pone su opinión. Yo hablé pestes del sistema. Mi carta fue publicada al día siguiente… me sentí orgullosa de haberla enviado.

Hoy me vine – para probar – en otra línea que viene de mi casa, dicha línea antes del Trans, pasaba llena y por eso no me gustaba tomarla, pero hoy venía con varios asientos desocupados así que la hice parar (en cualquier esquina porque eso sólo se respeta en las grandes avenidas y el centro y en los viajes de ida para tomar pasajeros algunos paran en cualquier lado). Me subí, saludé al conductor, pasé al cobrador automático que sólo acepta monedas, me entregó el boleto, pasé el torniquete y me fui a sentar. Lo rico de estas micros es que como pasan más seguido nunca se llenan como las amarillas, ésas se repletan tanto, que para llegar al final de la micro, hay que pasar a llevar a todos los pasajeros que van de pie y eso es bastante desagradable. Miré mi reloj para saber cuánto se demoraba en llegar al centro. Antes, el viaje en esa línea podría durar una hora y media… pues ahora sólo demoró ¡¡55 minutos!! – ¡no lo podía creer! – minimizamos el tiempo en más de media hora.

De vuelta ya había probado el Transantiago, comprobando que también el tiempo era reducido considerablemente.

Me dieron ganas de escribir nuevamente a La Segunda, para expresar mi opinión luego de haber transitado en el nuevo sistema... Me trago mis palabras. Qué lástima que el debate no sigue para poder revertir la situación. Eso me enseña a no emitir juicios a priori. Hay que probar primero y luego opinar. No podemos basarnos tampoco en opiniones de otros, porque el punto de vista cambia. Las cosas las tiene que vivir uno.

Ahora me gusta el Transantiago y cuando los pasajeros le echan pericos al chofer porque no para en donde ellos piden… me da pena, porque el pobre conductor no tiene culpa que la gente sea “incivilizada”, que no use la cabeza y que algunos aún no se den cuenta que para eso existen las PARADAS.