viernes, mayo 12, 2006

Mis Regalos de Bodas

Cuando me instalé en mi casa, ya llevaba muchas cosas que fui adquiriendo con el tiempo (siempre me ha gustado tener mis propias cosas y satisfacer mis gustos). Pero muchas de las cosas que llegaron a mi casa nueva, fueron obsequios de personas que jamás imaginé.

Yo llevaba una cama de plaza y media, un closet, dos veladores, lámparas para los veladores, una cajonera, un televisor, un sofá cama, un librero, un computador con impresora y scanner, un escritorio para el computador, un mueble para la impresora, una silla giratoria, una radio reloj, un secador de pelo. Y un sinfín de cosas para la cocina: Centro de cocina, batidora, moldes para los queques y las tortas, cuchillería, loza, hervidor, picadora 123 y muchas otras cosas de repostería… También llevaba unos libros de mi propiedad, algunos videos y mi “joyita”, mi gran colección de Cds. (Claro que ahora no tendría donde escucharlos, pero no sería por mucho tiempo).

Mi mamá me regaló la cocina para comenzar mi nueva vida en casa. Así que compré dos balones de gas para complementarla. Mi tía, pese al enojo me prestó un mueble de cocina que le pedí, pues estaba lleno con cosas mías de la repostería, el que hasta el día de hoy me ha servido de gran utilidad.

Mis amigas y compañeras de trabajo, sabiendo lo jodía o mañosa que soy para las cosas, me pidieron que hiciera una lista con mis necesidades (no era una lista de Novios, de Almacenes París o Falabella) pero enumeré lo que más necesitaba. La Romy leyó la lista y vio que en primer lugar estaba “un Martillo”.

- Amiga y ¿para qué quieres un martillo? – preguntó con asombro, al verlo encabezar dicha lista.

- Para ponerles palos a mis plantas poh! Sino ¿con qué iba a enterrar los palos en el suelo cuando plantara mis tomates? – La Romy se moría de la risa, cuando me escuchaba.
Recibí cosas muy importantes: La Romy, me regaló una tetera; la Pao, un colador para las verduras y los fideos, una paila para freír (para que le hiciera sopaipillas) y una plancha para la ropa; La Myriam: Sartenes; La Martita: Un colador y una tapa para la paila de freír; La Paolita Barría: un rallador; La Rutita: cucharas de madera; la Lidia Zamorano: Paños de cocina, y otras cosas; la Jennicita: El martillo y atornilladores. Y más regalos que no recuerdo en este momento.

Por otra parte, mi familia también me llevó cosas. La Mirthita (mi prima), me regaló una olla que es mi regalona. Con esa olla, no tuve necesidad de pedirle una prestada a mi mamá y mi tía Ester me regaló una pintura al óleo de su propia creación.

A parte de la cocina, uno de los regalos más importantes que recibí, fue mi refrigerador, llamado “Bienvenido”. Regalo de mi tía y de Iván (cuando se les pasó el enojo y la relación mejoró). Bienvenido llegó en momentos de mucha desesperación. Era pleno verano y lo agradecí enormemente.

Estoy muy agradecida con todos, porque tuve tantos regalos como una novia y mis ex colegas me hicieron muchos regalos importantes. Había otras compañeras que también compraron casa en ese momento, pero no tuvieron la misma suerte que yo.

Me sentí, como una “novia sin vestido”…