martes, abril 04, 2006

La Casa

Jueves 06 de Marzo de 2003
Estoy viviendo en el polvo y el desorden, porque los maestros están haciendo un nuevo arreglo en la casa y tienen todo patas para arriba. Así que estamos todos alojando en el segundo piso.

Mi casa inicialmente era de un piso, tenía tres dormitorios (uno para cada uno) un baño, un living, un comedor, una cocina, una pieza chica que le llamábamos así porque sólo cabía mi computador, con su escritorio, el mueble para la impresora y la silla giratoria, una terraza y el patio.

Bueno, con los ahorros que pude juntar cuando vendía tortas y queques en el trabajo, le pagamos al maestro por la mano de obra (fue como un millón y medio). Cuando vendía dulces ese dinero no lo tocaba. Lo iba ahorrando en el Banco para comprarme un auto (esa era mi meta). Luego cuando venía Héctor y su familia, yo tenía que ceder mi dormitorio para ellos y tenía que irme a dormir con mi tía. Entonces hicimos el segundo piso. Construimos dos dormitorios más (uno para Iván que se trasladó) y otro para alojados, otro baño, una sala de estar (donde pusimos el televisor y el equipo de música, una biblioteca (donde guardamos los 500 libros que tiene Iván –si es que no tiene más) y en el lugar donde antes estaba la pieza chica hicimos la escala.

Como el dormitorio que ocupaba Iván estaba al lado de la cocina, el arreglo que están haciendo los maestros ahora, fue botar la pandereta que lo separaba y así ampliamos la cocina.

En el primero piso hay piso de madera y bajo ese piso de madera estaba hueco y cuando caminábamos todo se remecía. Entonces mi tía está haciendo este nuevo arreglo que creo que será el último por lo menos dentro de la casa y están los maestros rellenando el piso para luego colocar nuevamente la madera. Por eso estamos todos arriba.

Yo vivo feliz en mi casa porque tiene todo lo que necesito y me gusta. Tiene un gran patio donde podemos cultivar nuestras plantas y flores. Tenemos un gran parrón con uva negra y blanca, hay dos paltos, dos naranjos, un limón, un níspero, un ciruelo y flores de todos los tipos. Debe haber unas 50 variedades.

Me encanta salir al jardín todos los días a mirar las nuevas flores que han abierto… me fascina sentir el aroma de los azahares y jazmines en primavera. Me encanta oler las rosas. Me gusta mirar el verdor del jardín y en invierno ver cómo cae la lluvia y lava todas las hojas. Ver cuanta variedad de verdes pueden existir. Ah! Y ahora me gusta también el otoño, antes no me gustaba porque me recordaba la muerte de mi padre que fue a principios de mayo, pero ahora he superado esa angustia que se me venía en otoño y debe haber sido porque cuando conocí a Gonzalo el año pasado veía todo color de rosa. Y ahora me encanta mirar cómo las hojas van cambiando de color y caen irremediablemente al suelo llenando el lugar de diversos matices.

Las hojas que van cayendo las vamos amontonando en algún lugar para luego hacer tierra de hoja y así vamos reciclando. Pero no todas las hojas sirven, por ejemplo las hojas del palto son pura mugre, porque nunca se desintegran, en cambio las de los ciruelos se pudren fácilmente con la humedad y el agua de lluvia.

Yo tenía un árbol preferido que era el ciruelo, él daba sombra en la terraza (ya no existe pues se secó) y era tan hermoso e imponente, era alto y frondoso. Cuando llegaba la primavera se llenaba de motitas blancas que luego se diseminaban por el jardín. Los volantines cortados en septiembre, siempre se enredaban en sus ramas y luego bailaban meciéndose con el viento. Me gustaba sentarme en la terraza en la noche y mirar hacia arriba, se veía hermoso, en la inmensidad del cielo azul oscuro, ver cómo las flores de mi ciruelo se confundían con las parpadeantes estrellas.

Creo que cada cosa que hay en mi casa tiene su historia y su emoción. El parrón por ejemplo lo plantó mi papi y siempre que me veía regar las plantas me decía: “échale harta agua a las parras” a él le gustaba mucho la uva. En verano sacaba un racimo y se lo llevaba frente al televisor donde colocaba su silla de playa y se instalaba a mirar la tele. Su silla de playa era muy cómoda, era de esas de madera que llevaba una lona, como una hamaca. Una vez me tocó sentarme y plaf!!!! La lona se rajó y caí de poto al suelo. A mi papi también le pasó y más veces que a mi.

El palto lo plantó el abuelito, claro que nunca lo vio dar frutos, pasaron muchos años para que floreciera. En invierno siempre nos daba leche con hojitas de palto picadas o agüita con cuesco de palta rayado porque eran buenos para la tos.

Mi abuelita comía fruta y siempre lanzaba los cuescos hacia el jardín diciendo: “pa’ que salgan”. Y siempre salían, hoy, hay dos paltos que dan fruto y hay varios que no dan nada. Con el tiempo nos dimos cuenta que el palto que plantó el abuelito no daba porque le faltaba su pareja, cuando hubieron dos paltos en casa comenzó a llenarse de flores y a agraciarnos con su sabroso fruto. Claro que la Dinky (la perrita) se los va comiendo a medida que van cayendo y hay que andar detrás de ella cuando escuchamos algo caer.

Las rosas pueden ser las flores que más me gustan, pero sólo las que tienen aroma, las otras no me llaman tanto la atención. Desde que recuerdo, me he pasado la vida trasplantando rosas de aquí para allá y de allá para acá. En los meses de abril a junio es cuando debemos hacer todos los trasplantes necesarios y las podas correspondientes. Siempre hay mucho que hacer en el jardín y el tiempo que tengo es poco, con mis turnos puedo dedicar sólo un día a la semana para estos menesteres y no siempre lo hago porque también me canso y quiero flojear.

Los gladiolos también son parte de mis flores preferidas, pero dan que hacer en el sentido que hay que plantar la papa en agosto y luego que florecen y se secan hay que sacarlos de la tierra, porque de lo contrario la papa se va desintegrando. La mayoría de las flores de papa son así, los iris, las fresias. Ah! Me acordé que las azucenas también son de papa pero no necesitan ser sacadas de la tierra todos los años, ellas se mantienen ahí. Y son muy fragantes, a mi abuelita le gustaban tanto.

El Amarilis es una planta de papa que florece en diciembre, he comprado muchas papas y nunca me han florecido, eso me ha frustrado un poco porque no sé a qué se debe. Pero bueno, no todo lo podemos lograr en la vida.

Podría seguir contando tantas cosas de mis flores y mis árboles pero puedo cansar a mis lectores.

Por todo esto que he contado es que digo que mi casa es linda y vivo feliz en ella. Y hasta hace un tiempo no necesitaba nada más para ser feliz… pero hoy… siento que sí necesito algo más y eso… es el amor.