lunes, abril 17, 2006

Saludo a Papá

19 de Junio de 2003
Hoy llamé a Gonzalo y me contestó su padre. Hablé con él. Él me agradeció el saludo que le envié el domingo. El domingo fue el día del padre y yo le envié un saludo a través de Gonzalo.

Ya no tengo a quien saludar en un día del padre. El domingo me acordé, de los 17 años que lleva fallecido mi papi. Me acordé, de cuando llegaba todas las tardes del trabajo con su gran bolso café colgado al hombro, (bolso que llevaba al trabajo, lleno de comida) y lo veía entrar a la casa, pasando por la terraza.

Yo tenía 19 años cuando nos dejó. Nunca hablé con él de hija a padre. Nunca tuve confianza con él ni para contarle cuando algún niño me gustaba en el colegio. Pero aunque no teníamos un diálogo íntimo, siempre me hizo notar el gran cariño que me tenía. Siempre me abrazaba y me besaba y sé, que se sentía orgulloso de mí.

Su ausencia fue una de las primeras huellas de dolor que fue tallándose en mi corazón… no podía hacerme a la idea de que nunca más lo vería. Con los años fui comprendiendo que estaba enfermo, que no tenía amor (amor de pareja), y que debe haber sufrido mucho con la separación. Quizás por eso buscaba olvidar a través del alcohol todos los fines de semana. Se embriagaba hasta caer tumbado en su cama para despertar y seguir tomando. Buscando saciar su sed de soledad.

Cuando se fue, comencé a mirar a mi tío Hugo (su hermano mayor) como un padre. Lo quería mucho a mi tío y yo era su sobrina regalona. Cuando llegaba a casa de él siempre me atendía, me preparaba ponchecitos para que tomara y se desvivía por hacernos sentir bien. Me decía “Angeliquita” con tanto cariño.

Cuando se pasaba de copas como mi padre, me decía lo mucho que me quería y a mi me daba gusto escucharlo porque mi amor por él era tan grande también. Era mi tío preferido, lo admiraba por muchas cosas.

Cuando lo ví tendido en su cama por última vez, me deshice en llanto. Le tomé sus frías manos, apretándolas, acariciándolas, frotándolas y tratando de alguna forma de darle vida con mi calor y le besaba su frente una y otra vez, buscando con ello revivirlo, para hacerle sentir el gran cariño que le tenía.

Se fue el mismo día que yo cumplía años y ahora, en un día del padre también lo recuerdo a él.

Cuando el padre de Gonzalo me agradeció el saludo, me dieron ganas de preguntarle si podía adoptarlo como padre. Me dieron ganas de saber si yo le gustaría como hija, como pareja o esposa de Gonzalo y me dio penita. Me bajó un llanto que no puedo controlar, porque a través de él me acordé de mi tío y de mi papi y de lo mucho que los he necesitado y extrañado.

Pensé en lo felices que son las personas que todavía tienen a su padre para saludar en este día. Y pensar también, que hay tantos otros que ni siquiera los valoran, y que tarde, se dan cuenta y se arrepienten… cuando ya, no hay nada más que hacer...