miércoles, marzo 22, 2006

La Amiga Secreta

Diciembre 20 de 2002


La bolsita se movía en todas direcciones. Dentro de ella, danzaban los pequeños papelillos muy doblados. La bolsa se detuvo y mi mano entró en ella, tocando los papelillos. Tomo uno, lo desdoblo y leo el nombre. El azar ha elegido para mí, a mi prima Mirtha. Lo tomo y lo doblo ocultándolo de ojos intrusos.

Me da alegría porque así puedo demostrar a mi prima, a través de un regalo, el gran aprecio que le tengo y lo mucho que estoy agradecida con ella. Siempre ha sido para mí como una segunda madre. Siempre me ha brindado el calor y la amistad de una madre. Y esta es la ocasión de decirle lo que tal vez no me atreva a decir en palabras, oralmente, quizás porque soy tan sensible que mi voz se puede quebrar y no me gusta que eso suceda, no me gusta que me vean débil. Por eso, mejor se lo digo por escrito.

Ella siempre estuvo conmigo y de mi parte desde que era chiquita, siempre me trató como una hija más (tiene tres hijas menores que yo) pero siempre como digo, me trató como una más de sus hijas, junto con mi hermano Iván que era para ella el hijo que nunca tuvo.

Cuando su nombre viene a mi cabeza, recuerdo cuando salíamos de paseo, cuando para los 18 de septiembre siempre íbamos al parque O’Higgins a mirar las fondas, y de vez en cuando nos compraba anticuchos, nos llevaba a la Quinta Normal y para las Navidades íbamos a las ferias artesanales que se ponían cerca de la Municipalidad de La Cisterna, y mirábamos todos los juguetes, ella, siempre atenta, a ver cual de ellos nos emocionaba más, para luego comprarlo y regalarlo para la pascua. La situación económica era muy mala cuando éramos chicos, pero a ella, nunca le faltó para hacernos un regalo que nos llenara de alegría.

Cuando estaba en el colegio siempre le contaba cuando un niño me gustaba, porque siempre me entendía y me daba consejos. Era mi confidente y fue cómplice de muchas cosas, una de ellas, era que siempre me hacía los justificativos para no hacer gimnasia y es que yo odiaba la gimnasia… también me hacía los justificativos cuando faltaba a clases y más de alguna vez me acompañó a las convivencias del colegio… recuerdo una en especial, cuando llegué a la convivencia con ella y mis tres primas, y un cabro chico compañero mío me dijo: “¿chis? Faltó tu abuelita no más”…

Este año seré su amiga secreta y aprovecho la ocasión para agradecerle el apoyo y la comprensión que me brindó en momentos de angustia que viví. En momentos de soledad. Me ofreció su casa, aún contra lo que mi tía pudiera hacer o decir. Me ofreció su amistad incondicional y fue el paño de lágrimas que necesitaba. Gracias Mirtha por todo lo que me diste. Gracias por todo el apoyo. Te quiero mucho, eres para mí como una verdadera madre y estoy feliz de ser… tu amiga secreta.