miércoles, marzo 22, 2006

Gonzalo

Martes 14 de Febrero 2006

Gonzalo fue mi primer amigo virtual. Un amigo de verdad, que me daba su apoyo y su amistad incondicional. Desde que nos conocimos (por Internet), pensamos en conocernos en persona. Él quería venir a Chile a conocerme. Pero sus miedos producto a su inseguridad y su falta de madurez (es 8 años menor que yo) lo retenían allá, en Montevideo – Uruguay.

Cuando comencé mi relación con Luis. Le conté a Gonzalo lo que había pasado. No me gustan las mentiras, así que desde un principio (cuando retomamos el diálogo luego de su confusión sentimental) le dije lo que me pasaba y sentía. Le conté con lujo de detalles todo lo ocurrido con Luis.

Casualmente, cuando llegó Luis a mi vida. Gonzalo se interesó más en mí. Yo, ya no lo miraba como lo había visto antes, con ojos de mujer. Ahora lo veía más como un amigo. Así que ya no me interesaba mucho que él viniera a Chile a conocerme.

La decepción que había vivido con Luis, me llevó a una depresión increíble. Tenía problemas con mi tía en mi casa (porque mi tía nunca aceptó mi relación con Luis y me trató como una puta, por haberme acostado con él, recién conociéndolo).

–“¡Puta! Igual que tu madre… ¡no le perdiste pisada!”, me dijo.

Los problemas en casa me alejaron de ella y de mi hermano (Iván), él se puso de su parte, aún diciéndome a mi, en su ausencia, que estaba conmigo y no con mi tía, que me apoyaba a mi y no el planteamiento de mi tía. Pero siempre su actitud demostró que estaba con ella, quizás para no quedar mal. Héctor en cambio, me brindó su apoyo incondicional. Varias veces fui a Talca a llorar mis penas con ellos. Hasta la Claudita mi sobrina, que tenía como 7 años, sabía lo que pasaba. Mi prima Mirtha, me ofreció su casa, aún sabiendo que mi tía Haydée se enojaría con ella por hacerlo.

A excepción de mi tía e Iván, toda la familia me apoyó y me entendió.

Gonzalo entonces, fue mi paño de lágrimas. Me llamaba constantemente y quiso venir a Chile. Yo estaba muy deprimida, me sentía despreciada, por mi tía, por mi hermano, por Luis. Sólo en mi trabajo me sentía a gusto, porque mis amigas y compañeras también estaban conmigo.

Así fue que un domingo 30 de Junio. Cuando los piluchos se encontraron en el Parque Forestal para ser fotografiados en pelota para Tunick.. Yo terminé mi turno de 9 a 17, y junto a mi gran amiga Paola (a quién dedicaré un capítulo de este libro) nos dirigimos hacia el Aeropuerto, en el vehículo de mi cliente frecuente (en tortas) mi amigo en ese entonces, don José Miguel. Él tenía la misión de tomar las fotografías, mientras mi amiga Paola filmaba el encuentro.

Yo estaba nerviosísima. Jamás había ido al Aeropuerto. Mi amiga sí lo conocía y ella, gentilmente me acompañó y me ayudó a localizar a Gonzalo. Porque si bien es cierto había visto varias fotos, me costó mucho individualizarlo y ahí estaba mi amiga que me confirmaba – “ese es”

- ¿Gonzalo? – le pregunté y me acerqué a él. Sonrió, con una sonrisa de oreja a oreja que me dejó ver sus grandes dientes. Yo lo abracé y le di un beso en la mejilla. Lo dejé helado, él no sabía qué hacer, si soltar las maletas y abrazarme o quedarse como estaba. Entretanto mi fotógrafo y mi camarógrafo inmortalizaban el momento.

Tomé una de sus maletas para guiarlo hacia donde estaba el auto. Don José Miguel me la quitó y la cargó él, mientras la Pao seguía filmando, toda una Spilberg. Tomé la mano de Gonzalo y no se la solté más, como queriendo protegerlo para que no se extraviara en un país que no conocía.

En mi casa mientras tanto, nadie sabía nada de lo que pasaba y mi ausencia había sido encubierta por una excusa, donde me ausentaría del hogar, debido a que iba a ir a cuidar a otra amiga, la Lorena (que esperaba un bebé). Así nadie sospecharía que no estaba en casa de Lorena (ella fue avisada oportunamente para que no echara todo a perder).

Gonzalo es un niño muy simpático. Me divertí mucho con él. Me hizo reír, me hizo olvidar a Luis (momentáneamente). Tuvimos un romance que comenzó como una Luna de Miel. Conseguí el Apart Hotel más hermoso que encontré para quedarme unos días con él. Hasta conocí un poco más mi propia ciudad paseándolo a él.

Todo Chilesat sabía que él venía. Lo llevé a conocer mi lugar de trabajo y a mi jefa, la que quedó fascinada con este Uruguayo tan simpático, alegre y buen mozo. Preparé una torta de mil hojas (su preferida) en su honor. Lo hice comer Porotos con Longaniza y ensalada de Cebollas en Escabeche, le compré pichanga, le gustó el Manquehuito y quedó fascinado con el Fanshop (Mitad Fanta, mitad Cerveza). También comió Pescado Frito, Empanadas, Bistec a lo Pobre y otras cosas.

Lo pasée en Metro (el que le encantó por lo rápido, limpio y grande). Lo llevé a conocer el Cerro Santa Lucía. Ahí tomamos muchas fotos. El Funicular y el Cerro San Cristóbal, la Torre Entel, la Alameda, el Paseo Ahumada, la Plaza de Armas (donde disfrutamos el helado más rico que él probó en su vida, del Bravíssimo… helado de tres sabores, servido en un vaso y con el cono del barquillo sobre la cumbre.

Él me enseñó donde estaban las Casas de Cambio, en el Centro de Santiago, ahí en la calle Agustinas – no tenía idea lo que eran y jamás las había visto, menos sabía donde encontrar una. Ahora hasta me fijo en el valor del dólar cuando paso por ahí.

Como mujer casera que soy, había muchos lugares que descubrí con él. Y más aún que fotografié, pensando en lo bello que es mi Santiago y por Dios, que rabia que la gente, no lo cuide, ni aprecie su arquitectura, en los pocos edificios antiguos que quedan. Eso lo aprendí a valorar cuando viajé a Montevideo).

También lo llevé a Isla Negra, a conocer la casa de Neruda y a conocer el Océano Pacífico. Quedó fascinado de ver sus aguas tan azules y su espuma tan blanca…

Finalmente volvimos a Santiago y fuimos a comprar recuerdos para su familia.

Lo dejé en el Aeropuerto la mañana del sábado 6 de julio del 2002.

Gonzalo me sacó del pantano en donde me había dejado Luis. Él me hizo ver de nuevo el sol. Me hizo sentir querida. Ví como los colores del arco iris inundaban de nuevo mi ser y fui feliz…

1 Comments:

Anonymous Anónimo Opinó...

Seguro que cuando escribiste esto, se te vinieron miles de recuerdos a la memoria.....a mi tambien, mal que mal yo tambien viví la llegada de Gonzalo, recorde el dia que visito la oficina, y recorde cosas que me pasaban a mi tambien en ese momento....

27 marzo, 2006 14:11  

Publicar un comentario

<< Home