miércoles, marzo 22, 2006

El Arbol de Navidad

Domingo 8 de diciembre de 2002
Una vez más a hacer memoria ¿donde habremos guardado las cajas con los adornos? Me subo en una silla. Miro arriba del techo del closet del dormitorio de mi tía. Las cajas están sucias, embaladas, llenas de polvo, que se impregna en mis manos y en mis dedos cuando las tomo suavemente, para no dejarlas caer. Son tan livianas como plumas. Dentro está toda la emoción de la navidad. Algunas suenan como cascabeles y es porque son adornos muy antiguos que hemos ido recopilando con el tiempo.

¡Uy! un árbol nuevo... es precioso, parece un pino de verdad. Sólo le falta el olor a pino… y, ¿porqué no traer unas ramas de los pinos del jardín y colocarlas escondidas por ahí para simular el aroma del árbol de navidad?

Mi tía, va sacando lentamente los juegos de luces. Cuatro juegos distintos que son los primeros que ocupan las ramas del árbol. El primero, un juego de farolitos que ahora son fijos porque tienen tantos años que ya no son intermitentes. Ese juego de faroles venía en una caja que ya no existe pero que me gustaba mucho mirar cuando era niña, el dibujo mostraba una góndola ambientada en las aguas de Venecia y en la punta de la góndola venía dibujado el farol, ¿ya podrán imaginarse la forma? de esos faroles ya no existen. El siguiente juego, son también luces fijas que vienen envueltas en una pelotita que simula la malla de hilos entretejidos de las pantallas antiguas de las lámparas, de distintos colores. No sé como definirlas... le siguen unas luces muy comunes que prenden y apagan al ritmo estridente de las melodías navideñas... y por último el juego comprado por Iván el año pasado, unas pelotitas como canicas que hacen unos juegos muy lindos porque se van encendiendo y apagando lentamente, no como el otro, que prenden todas las azules, luego las rojas, las amarillas y así sucesivamente. Este es distinto, porque se enciende poco a poco y se apaga poco a poco, como quien estuviera bajando o subiendo la intensidad de la iluminación.

De las cajas van saliendo diversas figuras, osos, viejitos pascueros, perros, campanas, corazones dorados, botas rojas por las que asoman cabecitas de ratones, cajas con forma de regalos en miniatura, pelotas de colores, largas guirnaldas doradas como collares y la infaltable estrella que es colocada finalmente en la punta.

Mi tía enciende las lucecillas y comienza la gran fiesta. El árbol cobra vida propia y lanza destellos que iluminan nuestros rostros y enternece nuestros corazones. Aquel árbol nos roba sonrisas de alegría, ¡que linda es la Navidad!

Hay un mar de cajas y bolsas, diseminadas por todo el living, y llama mi atención una caja verde, nadie la ha abierto, la tomo y suena como dije antes como cascabel... la miro y veo con emoción... mis ojos me transportan varios años atrás, cuando estaba mi papá en Navidad, estaba mi abuelita, mi abuelito, el tío Jorge, el tío Hugo... éramos tan chicos y esos adornos nos llenaban de alegría... ¡oh! el autito verde con esas grandes ruedas negras, la corneta por la que fuimos torturados toda una tarde. La tomo y soplo, todavía suena la muy condenada... con todo lo que nos hizo sufrir. Mi tía pensaba que tenía dos y nos hizo buscar por toda la casa esa segunda corneta inexistente, nos pegó a los tres por desordenados, cuando éramos inocentes de toda culpa... ¡Uy! el perrito verde, tiene una patita mordida, tiene un hoyo en esa patita de plástico (es que a mi me gustaba morderle la pata porque tenía un olor tan rico) ... ahí viene lo que tanto sonaba, un pato rosado que adentro debe tener algo porque se mueve y suena, su objetivo era flotar en el océano de la tina del baño. Moverse y sonar al compás de las aguas.

Esos juguetes adornaban nuestro árbol hace más de veinticinco años. La situación no era como ahora, que podemos darnos el lujo de comprar adornos nuevos... esos juguetes junto con unas guirnaldas, que hacía mi tía, con papel de los envoltorios de los dulces, colmaban nuestros corazones. El tío Jorge traía unos adornos llamados Kunfú o algo así, que colgábamos en los brazos de ese feo árbol, cuyas extremidades parecían los brazos del Robot de Perdidos en el Espacio. Pero a nosotros no nos importaba, nos emocionaba igual.

Pero estos adornos ya no los podemos colocar porque desentonarían con los otros. Los devuelvo a su caja nuevamente, la cierro y vuelvo a guardar esas imágenes en mi corazón, esos recuerdos tristes y dulces porque hay muchos familiares que ya no están, que ya no pueden disfrutar de nuestras navidades, pero que no se han olvidado y aún siguen viviendo con nosotros.

El árbol de Navidad es el árbol más bello que existe, porque trae muchos recuerdos y provoca grandes emociones a niños y adultos y no hay persona en el mundo que se quede indiferente cuando lo ve…

1 Comments:

Blogger XXXMelanyXXX Opinó...

Que bellos recuerdos tienes, pero aunque no lo creas si hay personas que son indiferentes a la Navidad, esas personas son indiferentes debido a su religion, me refiero a los Testigos de Jehova; son buenas personas, pero ellos no tienen el espiritu navideño. Te invito a que conoscas uno de ellos y notes su indiferencia hacia la navidad.

15 abril, 2006 15:27  

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