miércoles, marzo 22, 2006

Mi tía Haydée

Lunes 13 de Febrero 2006


¿Cómo podría empezar a hablar de mi tía?

Era la regalona de mi abuelita. He escuchado que a mi abuelita le gustaban las hijas y no los hijos, así es que luego de perder dos hijas que murieron a temprana edad… mi tía vino a traer alegría a su casa. Por lo mismo, fue muy consentida y le cumplieron casi todos los deseos.

Actualmente, va a cumplir 65 años. Nunca se casó, porque tuvo una desilusión amorosa que la llevó a encerrarse en su casa por mucho tiempo. Salió de ese encierro cuando mi tía Eliana (su prima de Talca) la convenció de que estudiara y trabajara. Así fue como entró a la Empresa Correos y Telégrafos del Estado, por allá por el año 1968. Aprendió con mucho orgullo el sistema Morse (comunicación telegráfica a través del Alfabeto Morse, que es un lenguaje a base de señales auditivas o visuales a intervalos cortos y largos).

Cuando la Empresa fue privatizada, se dividió en dos compañías, Correos de Chile (con el servicio de cartas) y Télex-Chile con el servicio de Telegramas. En esos tiempos el teléfono era un lujo que no todos podían solventar. Así que el sistema de comunicación más rápido que existía eran los Telegramas. Un papel escuetamente redactado (se cobraba por palabras, por lo que en él se tenía que resumir lo mejor posible el mensaje) que eran llevados a destino por un “mensajero” (persona que se transportaba en Bicicleta a entregar dicho mensaje, no importaba la hora.

Con el paso del tiempo, la empresa Télex-Chile se convirtió en un Holding, que dio paso a varias subempresas, entre ellas Chilexpress (con servicio de mensajería y encomiendas), Chilesat (servicios de Telefónica de Larga distancia Nacional e Internacional), Chilesat PCS (Servicio Telefonía Móvil), Chilepac (Servicio de Datos) y otras más, en el mismo rubro de las comunicaciones.

Mi tía estuvo más de 30 años en la misma compañía (ya que sólo cambiaba de razón social). Una vez recibió un premio a la “Mejor Funcionaria”. Era un premio en dinero y un galvano que adorna la Biblioteca de la casa. Ella decidió cuándo retirarse. Siempre fue considerada una excelente trabajadora. Y se ganó el respeto de todos en esa empresa. Gracias a ella, entré yo a trabajar a Chilesat, donde estuve 11 años.

Mi tía es muy llevada de su idea. Y como la regalona de la casa, las cosas se hacían como ella quería y como ella decía. Así cuando tenía 30 años, era ella quién estaba a cargo de la casa. A esa edad se hizo cargo de nosotros. Sus tres sobrinos regalones.

Cuando éramos chicos, nos cacheteó de lo lindo para que nos portáramos bien y estudiáramos. Gracias a sus enseñanzas con “mano dura” hoy somos lo que somos. Y crecimos sin rencor por los golpes recibidos. A mi me pegaba más que a todos, porque yo era rebelde y la oveja negra de la casa. Estudiaba sólo para las pruebas – cuando estudiaba – y quería hacer las cosas a mi manera también. Y claro, con ese ejemplo, yo quería imitarla en muchas cosas.

Si mi forma de ser es mandona, se debe a que lo aprendí de ella. Si soy organizada, se debe a ella (tiene un libro donde lleva el registro de todas sus cuentas y deudas. Yo llevo uno igual). Si soy emprendedora y me gusta lograr mis objetivos, es porque ví con qué esfuerzo ella logró levantar la casa… fue ella quien trabajaba sacrificándose en turnos de noche durante un mes completo para terminar la casa. Fue ella quien trabajó para ampliarla. Era la única que tenía deseos de progresar. Ella no esperaba que las cosas llegaran solas, sino que las buscaba. Se sacrificó trabajando duro para darnos educación. Y digo que fue ella, porque mis abuelitos fallecieron y mi papá nos abandonó cuando Héctor, el mayor, aún no terminaba la Universidad… mi tía sola nos sacó adelante. Mi tía sola se preocupó de todo lo nuestro. Fue mejor que una madre, porque estuvo presente en todo, siempre nos vistió con la mejor ropa, se preocupó de enderezarle los dientes a Héctor llevándolo al Dentista y nos llevó al doctor para corregirnos el pie plano a Iván y a mi.

Por eso mi hermano Iván, que vive con ella, la adora y nunca la va a dejar sola. Ella siempre ha tenido miedo a la soledad y eso la ha hecho muy egoísta en su afecto. Le costó mucho asumir que somos personas que tenemos que dejar el hogar para formar nuestras propias familias.

Es orgullosa como mi abuelito y gracias a Dios no es rencorosa.

Nunca dice “te quiero”, nunca hace un cariño ni te da un beso. Sólo te abraza para el año nuevo y cuando es tu cumpleaños (siempre y cuando tenga para hacerte un regalo, sino tampoco te da el abrazo “No me gusta dar abrazos sin regalo”). Tampoco se deja acariciar, ni besar. Hay que darle besos a la mala, bien rápido y correr porque si te pilla, te pega un charchazo.

Ella demuestra su amor con regalos. No regala cualquier cosa, siempre es algo que te haga falta (claro que hubo una navidad, en la que estábamos súper pobres y en vez de regalarme un juguete, me regaló un sostén. Uf! Un sostén, mi primer sostén. Me dio una vergüenza mostrar el regalo. Tenía como 11 años y fue traumatizante recibir ese regalo. Pero tenía que empezar a usarlo (al menos no fui la única en recibir algo así, a los chiquillos les regalaron calzoncillos).

Las cosas las dice como son no más, na de adornos, ni rodeos. Cuando tenía 13 años, estaba en el dormitorio de mis hermanos, jugando como todos los días con mis muñecas de papel (muñecas de cartón que traían vestidos para recortar y vestir), ese día de verano fue terrible para mi. Fui al baño y me encontré con una mancha, una mancha chocolatada en mi ropa interior. En mi ignorancia, no sabía lo que era eso. Nadie me había hablado de ello. En casa el sexo era un tabú. Me lavé y me cambié ropa… al rato, de nuevo había manchado la ropa, volví a lavarme y cambiarme, hasta que llena de vergüenza fui a mostrarle a mi tía, lo que me pasaba. Me entregó una toallita (de las que usaba ella) para que me colocara. Yo volví con mis muñecas de papel… ella fue donde yo estaba y me dijo: “de ahora en adelante debes dejar de jugar con muñecas. Ahora eres una mujer”. Tuve que guardar mis muñecas, sin saber ni entender lo que ella quería decir. Desde ese momento tenía que jugar a escondidas o cuando ella no estaba.



Le gusta la jardinería más que a mí. Porque hay flores que a mi no me gustan, en cambio a ella, todas le gustan. Una vez para su cumpleaños le envié un tremendo ramo de flores. Y le envié un Radiotaxi para que la fuera a esperar al trabajo. Cuando llegó a casa, le tenía una rica torta selva negra de las que yo sé hacer.

Tiene una mano insuperable para cocinar. Hace una exquisiteces como los Riñones al Jerez, el Pastel de Choclo, las Humitas, Empanadas, Fricassé… En realidad, no recuerdo alguna comida que ella hubiese cocinado y que no me hubiese gustado. Todo lo que cocina es rico. Salvo claro, cuando se le pasa la mano en la sal. Lo que ahora no sucede porque está con problemas de presión. Así que tiene que cocinar casi sin sal (o con sal especial).

Siempre ayuda a toda la familia. A mi me ha regalado ene cosas. Con mi prima Mirtha le ayudó a pagar los estudios a mi prima Janirée (para que estudiara Auxiliar Paramédico). Lo que pueda regalar, regala... jamás vende algo, siempre lo regala y comparte sus cosas (menos sus flores, ahí sí que cuesta obtener alguna, yo se las tengo que robar).

Aunque se hace la fuerte, es muy sensible. Ella nunca quiere demostrar sus sentimientos. Nunca quiere que la vean débil. Es muy seria, como un mecanismo de defensa quizás, pero en el fondo tiene corazón de merengue. Es muy noble, leal, fiel, buena conversadora, culta, le gusta leer también y cuando algo la hace reír, suelta una tremenda carcajada que nos indica que se está divirtiendo. Gozaba mucho con las películas del Gordo y el Flaco. El que la conoce bien, sabe que es bromista y que tiene buen sentido del humor.

Cuando era chica, me gustaba escucharla reír mientras miraba la tele. Eso indicaba que estaba de buen humor. Porque odiaba el desorden y cuando las cosas no estaban en su lugar volaban plumas… no por nada el abuelito le decía “El Huracán”.

Esa es mi tía, mi tía-madre… la persona que más quiero en la vida.