lunes, junio 19, 2006

La Decepción

Lunes 31 de Octubre 2005.

- ¿Qué hora es?
- Las 4:15:- Y don Lautaro, mi jefe, seguía conversándome. Pero mi mente se iba... divagando por otros lugares.
- ¿Qué hora es ahora? :- Volví a interrumpirlo
- ¿Porqué está tan nerviosa?
- Es que siempre que me voy más temprano me pongo nerviosa.

Tal vez ocurra así... pero este, hoy no era el motivo.
- ¿Y ahora?
- Un cuarto para las cinco.
- Me voy a arreglar mis cosas. Luego paso a despedirme.

Me fui a mi oficina.

Un mal presentimiento me hizo detenerme en la página abierta de Hotmail. Pinché la bandeja de entrada "¡que no haya nada, que no haya nada!" rogaba mientras esperaba ansiosa que cargara la página, capaz que hubiese un mail de él diciéndome que no iría... Por fin ví la bandeja de entrada vacía... apagué el computador, estaba contenta.

Inmediatamente comenzó a sonar mi celular, altiro pensé: "¡Es él!"... lo tomé y contesté ansiosa... No se escuchó nada. Colgué... Volvió a sonar... ¡es él!

………………………………..

Sentí un poco de decepción. Ya no necesitaba irme más temprano. Pero el permiso ya estaba solicitado. Tomé mi chaqueta, mi cartera y fui a despedirme de Don Lautaro. Traté de disimular mi desilusión. No sé si lo hice bien, pero mi sonrisa ya no reflejaba alegría.

Caminé... después de todo, ¡nunca te han resultado esos encuentros Angélica! Hice memoria, sonreí para adentro. Andar contigo será peor que andar con un tipo casado... y eso ya lo viví. Fui amante por años, sin esperar nada, sabiendo que nuestro secreto jamás sería conocido. Recordé cuantas veces mi tía y el Iván viajaron a Talca y me quedé sola en la casa, recordé cuantas veces lo invité a él... y nunca llegó... por lo menos ahora me avisaron... él nunca me podía avisar y yo esperaba y esperaba en vano. Le sucedían las cosas más increíbles... cosas que yo siempre creí.

Recordé cuando mi tía y el Iván fueron de vacaciones a Coquimbo. Gonzalo vendría... ¿y si pasa algo y ellos no pueden viajar y lo pillan aquí? Me atormentaba pensándolo. Finalmente se fueron. Ese viernes yo estaba saliente de noche, una compañera me trabajaría el domingo. Todas sabían que él venía... pero sonó el celular... Estará listo para abordar el avión... otra cosa increíble sucedió... Tenía la maleta ya cargada en el avión. Pero días antes, sin saberlo, se le ocurrió plastificar el carnet, motivo por el cual le impidieron salir del país: - "Te podemos dejar salir” - le dijo el agente de policía internacional - “pero en Chile no te van a dejar entrar y tendrás que devolverte". Así perdería el pasaje que no era barato y perdimos la oportunidad de vernos. Lloré, lloré y lloré. Me pasé el sábado llorando y conectada a Internet con él. Hasta olvidé alimentar a la perrita. Mis compañeras me reconfortaban por mail... la Paolita me subía el ánimo por teléfono. La pena fue tan grande (después de eso... nada podrá ser más grande).

Así que continué mi camino a casa. En otros tiempos, me habría bajoneado y talvez habría llorado... pero ahora, al contrario me fortalecía yo misma.

- "Si elegiste enredarte con él... sabiendo sus compromisos, tienes que aceptarlo como algo normal, que puede suceder muchas veces más" y se me venía al oído una frase que me sonaba a súplica... "téngame paciencia".



Estoy bien... Barrí la calle (que no la barría hace como un mes, si es que no es más) Me llamó el Ivancito:

- ¿donde estai?
- En mi casita
- ¿Tan temprano? ¿porqué tan temprano?
- Es que pedí una hora para venirme antes
- ¡Soy patúa!

Por la noche llamé a mi amiga... no me contestó, ni me devolvió el llamado (sabía por instrucciones mías que no debía llamarme) Así que por la mañanita la desperté:

- amiga... no tuve "encuentro cercano"
Le conté lo que sucedió
- ¿Le creí amiga?
- Si... le creo - No tengo porque no creerlo. Tengo la mala costumbre de creer en las personas.

Así pasé un fin de semana más en mi bella casa... y comí pie de limón (que había hecho para él) como nunca había comido. "El lunes le llevaré pie a Don Lautaro y a Moisés (el junior)... también le llevaré a mi tía y al Ivancito"