jueves, marzo 30, 2006

Recuerdos

Domingo 09 de Febrero de 2003
He vuelto a escuchar las canciones que oía cuando estaba con él. Esas canciones que me acompañaban en mi trayecto al trabajo en esos tristes días de otoño. Esos días fríos, cuando sentía que el viento me golpeaba las mejillas con pequeños cristales de hielo.

Tanto tiempo que no escuchaba estas melodías, quizás para no acordarme de él y de todo lo vivido con él. He vuelto a recordar su cara… sus manos… y las palabras que me escribía en el Messenger. He vuelto a leer sus cartas…

Aún estoy asombrada con su E-mail. Me escribió… ¡sigue pensando en mi! Siento una mezcla de tristeza y alegría. Alegría porque siento que gané… es el triunfo de saber que no me ha olvidado, de pensar que le dije que no me olvidaría y no me hizo caso… y tristeza porque debe estar mal. Quizás se sienta solo y abandonado, pero fue él quien eligió eso… de ahí la tristeza que me provoca.

Tantas cosas fueron las que pasaron por mi vida el año pasado… me parece como si hubiese invernado toda la temporada, pareciera que me dormí y no viví. Es extraño, porque en realidad, lo viví intensamente, con alegrías y sufrimientos… más sufrimientos que alegrías.

De pronto pienso y quiero que llegue luego este invierno, para poder disfrutar de las cosas que no pude apreciar, para poder admirar los árboles desnudos, de ver la lluvia caer, de escuchar el sonido causado por las gotas al caer sobre el tejado y toda esa belleza que trae el invierno.

Siento nostalgia, porque el invierno que pasó, estuve tan triste y desolada que no me di cuenta de nada a mi alrededor. Estaba tan sumida en mi tristeza que no tenía ojos para nada más. Me encerraba en mi pieza y no hablaba con nadie. La relación con mi tía estaba pésimo. Ni siquiera nos mirábamos. Y yo sufría con ello.

Cuando me acuerdo de él… se me viene toda esa angustia y ese dolor. Por eso, es mejor no recordarlo… ya sentía que lo había olvidado, pero su carta lo trajo de vuelta a mi cabeza. Quizás sea la emoción de saberlo cerca. No puedo evitar pensar en lo que pueda estar pasando por su mente, ¿qué lo habrá motivado a escribirme? ¿Será tan grande la nostalgia que no pudo evitar hacerlo? Nunca lo sabré, no quiero saberlo tampoco. Sé que conforme vayan pasando los días se me olvidará de nuevo y quedará totalmente sepultado… hasta que vuelva a aparecer…


…”Ya no quiero ser tu amante,
ya no quiero ser tu amiga,
ya no quiero ni acordarme,
de cuando estuve contigo,
para los dos es mejor terminar esta agonía
cuando yo te conocí, llegué muy tarde a tu vida…”

miércoles, marzo 29, 2006

La Carta

07 de Febrero de 2003
Como cada día que llego del trabajo, corrí al computador a revisar mi correo. Ansiosa esperaba una carta de Gonzalo (Él había tenido malo el computador en toda la semana y sólo ansiaba leer algo suyo). Enciendo el equipo, me conecto a Internet, se inicia automáticamente la sesión del Messenger. Asoma al costado inferior derecho un cuadro que me informa que tengo tres E-mail. ¡Qué emoción! Tres E-mail, sin duda uno debe ser de Gonzalo… no te ilusiones mucho… hago memoria, es miércoles por la noche. Mmmm, dos de los mail seguro son de Lan Chile con las ofertas de los miércoles. El otro… ¿puede ser de la Martita? No, Martita está de vacaciones, ¿la Any entonces? No, ¡que sea de Gonzalo!

Por fin puedo ver quien me escribe… me asombro al leer el remitente. No… no lo puedo creer… no es ni de Gonzalo ni de mis amigas… es de él. Si… de Luis… mi corazón da un brinco inevitable, después de tanto tiempo. Cuento con mis dedos cuantos meses fueron, ocho, ocho largos meses. Después de todo este tiempo se acuerda de mí, ¿qué querrá? Nerviosa y ansiosa abro el mail…

“No sé si te sorprende o te molesta recibir esta nota…”

Claro que me sorprende, nunca lo imaginé, bueno la verdad que sí lo imaginé, pero no tan pronto. Muy en el fondo de mi, sabía que algún día tendría noticias suyas, pero pensé que sería ese día… el día que se cumpliera un año de habernos conocido. Estaba segura que ese día iba a recibir una carta suya. Pero no imaginé nunca que volviera a escribirme tan pronto, luego de todo lo que pasó. ¿Cuántas veces le escribí sin obtener respuesta? Y ahora, se acordaba de mí… ¡ahora!

“Pero mi única intención es desear que estés bien”

Que buenos sentimientos hacia mi, ¿no imaginará todo lo que sufrí por él? ¿Cuantos días de angustia viví por él?

“Lamento que las cosas hubiesen terminado así. Pero nunca te olvidé, nunca…”

¿De verdad lo lamentará? Él quiso que las cosas terminaran así. Fue él quien me dejó. Y ahora, ¿qué debo pensar? ¿Que me sigue amando? Que como no ha podido olvidarme viene a escribirme para ver si yo ¿siento lo mismo por él? ¿Sentirá tal desesperación que lo motivó a escribirme? Al menos me queda el consuelo de saber que yo tenía razón cuando le dije que no me olvidaría, cuando le dije que más temprano que tarde vendría a mi, y que cuando eso pasara yo le daría con la puerta en las narices, sin darle ninguna oportunidad… así como hizo él… que me dejó sumida en la desesperación y el abandono sin pensar en lo que yo pudiera sentir. Ahora viene a mí, ¿a qué?

“Que Dios te guíe y acompañe siempre por ser una mujer excepcional”

¿Excepcional? No puedo creer que sea excepcional, si lo hubiese sido no me habría dejado, no me habría dejado ir.

No sé qué creer de todo esto. Sé que aún pienso en él de vez en cuando, pero también sé que no merece una sola línea escrita por mí. No… no le responderé porque así, como fue indiferente ante mi dolor, así seré yo también con él.

El silencio le dolerá más, ni siquiera le haré saber que recibí su mensaje, ¿para qué? ¿Para que empiece a escribirme como antes? No… yo ya no quiero su amistad y menos su amor… ya no lo necesito.

Tengo sentimientos encontrados porque a la vez también me dan ganas de escribirle y decirle tantas cosas que quedaron ahí sin decir. Tantas cosas que guarda mi corazón y que no pude decirle, nunca me dio esa oportunidad de ser escuchada. Ahora me escribe, trato de ver cual es la razón de todo esto y no lo sé.

Lo único que sí tengo claro es que como él mismo dijo, “no soy de los que pisan sobre las mismas huellas que he dejado en la playa…”

¡Dios! Cuántas ganas tengo, de que Gonzalo esté aquí a mi lado, no sabes cuantas ganas tengo mi amor de que me abraces, fuerte… muy fuerte, para cerrar definitivamente este amargo capítulo de mi vida…

martes, marzo 28, 2006

La Herencia

Enero, 9 de 2003

El abuelito era carpintero, pero, como "en casa del herrero cuchillo de palo", nunca terminaba los muebles que hacía para su propia casa, razón por la cual, cansados de esperar, tenían que comprar muebles hechos.

Tenía él, un lugar donde hacía los muebles y donde guardaba la madera junto con sus herramientas. Ese lugar estaba lejos de la casa y lo llamábamos “El Cuarto". También era "El Cuarto", porque ahí guardábamos todo el cachureo que no cabía en nuestra casa: Botellas, diarios, revistas, tarros de pintura, muebles viejos, etc.

En el Cuarto, había una prensa muy grande donde el abuelito ponía la madera y la cepillaba, hasta dejarla suave como la seda. De su fabricación era una silla que hizo para él, y en la que siempre se sentaba a picar verduras para los animales y aves que criaba. Siempre le gustó criar gallinas, conejos y patos, además de preparar el alimento del perro.

Mi papi era asiduo visitante de este cuarto porque ahí, había también un torno, en donde él hacía sus manualidades. Le gustaba hacer llaveros, que a la vez eran destapadores de botellas (claro que las botellas antiguas, porque ahora la mayoría son de tapa rosca).

Mi papi confeccionaba unas pistolas de fino metal, en las que, el destapador era la curva que moldeaba el gatillo. También hacía unos caimanes con su hocico alargado que tenían forma de sierra y en donde la boca del animal hacía las veces de destapador. Hacía papagayos de perfil… el pico abierto del loro, era el destapador. Y hacía figuras humanas (un tanto pornográficas), miradas también de perfil (todas eran hombres) ¿podrán imaginar qué parte (erecta) hacía de "destapador"?

A las pistolas y los caimanes les colocaba acrílico de colores por ambos lados y luego, las mandaba niquelar para que quedaran brillantes. Les dejaba un orificio al final para colocarles un trocito de resorte y así poder meterlo en el llavero.

En sus horas de ocio mi papi llevaba a cabo su hobbie. Cuando llegaba del trabajo después de comer, tomaba la radio, su litro de vino tinto, una bebida, vasos y unos cassettes de buena música y se iba al cuarto a hacer sus creaciones. Héctor e Iván, también iban con él acompañándolo. Mientras mi papi trabajaba, ellos jugaban, miraban lo que mi papi hacía o se entretenían leyendo las revistas que ahí eran guardadas.

Héctor al ver que mi papi y el abuelito hacían sus manualidades a la perfección también comenzó a hacer sus trabajos, pero lo que él hacía no era para la venta, como lo que hacían los demás, las creaciones de él, eran para que nosotros jugáramos y nos entretuviéramos.

Como no podíamos salir de vacaciones porque escaseaba el dinero, había que buscar una forma de entretenerse esos dos meses de vacaciones.

Entonces Héctor, tomaba la madera de mi abuelito (sin que él se diera cuenta), sacaba las herramientas de mi papi (que eran para metales, las usaba para cortar madera) y comenzaba a dar forma a las figuras humanas, previamente dibujadas en la madera, madera que era escogida, especialmente por su grosor y su ancho.

Estos menesteres sólo los podía hacer cuando mi papi o el abuelito no estaban, ya que ellos tenían la prioridad para utilizar el cuarto. El muy fresco, hasta sacaba la radio de mi papi y se iba con Iván al cuarto a trabajar.

En verano, el cuarto era un horno, porque no tenía cielo de madera, sino que las planchas de zinc estaban clavadas directamente a las vigas. Pero, eso no era impedimento para que los chiquillos fueran para allá en las tardes (a veces yo también iba y los acompañaba).

Las habilidades manuales en la familia han ido trascendiendo de generación en generación. Hoy es el Diego, (hijo de Héctor) quien tiene el don de crear con sus pequeñas manos. Ya no existe el cuarto. Ya no están las herramientas de mi papi. Diego sólo con sus manos da forma a un sin fin de figuras humanas y de animales de plasticina. Es tan minucioso, que da gusto ver los detalles que conforman sus creaciones.

Cuando mis sobrinos (Diego y Claudia), vienen a Santiago y yo les hago sopaipillas o calzones rotos, no puedo dejar de darles un trozo de masa para que jueguen. Entonces Diego, da rienda suelta a su imaginación. Una vez, hizo una gran lagartija que ocupaba toda la paila de freír, me impresionó ver lo perfecta que era. Y más gusto me dio… ver con qué entusiasmo degustaba y saboreaba su propia creación…

El Amor


7 de Enero de 2003

Hoy me encontré con mi mamá en la calle. No la había visto desde el año pasado.

Cuando se acercó le di un fuerte abrazo de año nuevo y mientras me apretaba contra su pecho, ella me decía que deseaba que encontrara el amor y que tuviera mucho amor en este año.

Ni siquiera sabe que el amor siempre está conmigo, que ya lo he encontrado y que me acompaña en todas las cosas que hago.

El hecho mismo de haberme acercado a ella es el acto de amor más grande que he realizado en mi vida y estoy contenta y orgullosa de ello. Aunque sé, que ella se refería a otro tipo de amor, al amor de un hombre. Pero bueno, si me porto bien, Dios me premiará enviándome un gran hombre.

El Temblor

Enero 07 de 2003


Cuando era niña, mi padre tenía una hoja de diario muy antigua y amarilla, en la cual se indicaba las medidas a seguir en caso de temblor. Como éramos muy chicos, (6 o 7 años) él nos leía la hoja y nos decía que en caso de un temblor fuerte debíamos meternos debajo de una mesa o de la cama. O debajo del marco de la puerta, porque ese era el lugar más firme de la casa.

Siempre que nos decía esto a mi me daba miedo, en realidad los temblores me aterraban. El primero que viví fue cuando todavía vivíamos con mi mamá, fue como en el año 1970. Era de noche, yo tenía 4 años. Estábamos acostados cuando mi papi nos tomó en brazos y nos reunió a los tres en la cama, él estaba de pie, y nosotros estábamos parados sobre la cama, lo abrazamos hasta que el movimiento pasó.

Luego vino el de 1985. Un día domingo, ¡ese fue terremoto!, estábamos con Héctor en el living de la casa escuchando un disco de Hall and Oates, en esa época se usaban los Long Play. De pronto empezamos a sentir que el disco sonaba como disco rayado, la aguja saltaba de lado a lado, entonces fue que nos dimos cuenta que estaba temblando... Héctor tomó la aguja y la puso en pausa (eso significaba que la aguja quedaba suspendida en el aire), rápidamente corrimos bajo el marco de la puerta donde mi papi nos había enseñado.

En la cocina mi tía, mi papi y el Iván, también corrían a protegerse bajo el marco de la puerta. Mi tía siempre se asusta mucho y se pone a gritar desesperadamente. Juanito, nuestro perro, corría para todos lados, sin saber hacia donde dirigirse. Los vidrios de las ventanas del living bailaban al compás del movimiento, las lágrimas de las lámparas del living no cesaban de moverse y nosotros con Héctor estábamos agarrados, aferrados, al marco de la puerta y a la pared. Héctor estaba tras de mi y por el sólo hecho de sentir que estaba tras mío casi abrazándome me sentía protegida, era tanto el movimiento y el ruido, que sentía que mis piernas se volvían de lana y creía que en cualquier momento me iba a caer. El movimiento se tornó más suave y el ruido se fue apagando poco a poco, hasta que finalmente cesó.

Fue el minuto más largo de mi vida. Nerviosos y temblorosos apenas podíamos caminar, nos acercamos a ver si nuestro disco se había rayado y con asombro comprobamos que la aguja, de tanto moverse, había llegado al punto de partida, siempre en pausa. Si no la hubiésemos dejado en pausa, se habría rayado el disco y se habría quebrado la aguja.

Todos los muebles habían cambiado su posición, se habían desplazado en el sentido del movimiento telúrico, gracias a Dios nada se destruyó, hubo casas en las que el televisor cayó al piso quebrándose la pantalla irremediablemente. La luz se cortó, por lo que asumimos que había sido fuerte el sismo, cuando el movimiento sobrepasa cierta cantidad de grados se corta el suministro eléctrico automáticamente.

Todos salimos al patio a intercambiar opiniones, luego salimos a la calle. Había casas de adobe (el adobe se usaba antiguamente para construir casas, era una mezcla de barro y paja) que habían sufrido derrumbes. Otras casas de construcción más sólida tenían grietas en los muros.

Ya estaba oscureciendo y nadie quería irse a dormir. La electricidad volvió a la normalidad.

Nos fuimos a acostar finalmente, pero vino una réplica casi tan fuerte como el terremoto mismo, que todos saltamos de nuestras camas y decidimos pasar la noche en vela. Mi prima Mirtha que vivía en una pieza delante de nuestra casa con sus tres hijas, se fue a pasar la noche con nosotros y ella con mi tía Haydée durmieron en el living, las chiquillas durmieron con nosotros, en ese tiempo yo compartía dormitorio con Iván, creo que Iván se fue a dormir con mi papi y yo me acosté con la Massiel y en la otra cama estaban Marcela y Marcia.

Cada vez que venía una réplica nos asustábamos mucho, pasamos la noche entera con la luz encendida y fue la noche más larga. Cuando por fin amaneció comenzamos a poner orden en la casa, la puerta del horno había caído y es que estaba mala, la puerta se había vencido y la cerrábamos apretándola con un papel muy doblado. Los huevos que habían comprado en la feria y que habían sido colocados sobre el refrigerador estaban todos rotos en el piso y el Luchito Mario (nuestro gato) comía y comía sin hacer caso a los temblores. Cuando me fui a duchar una fuerte réplica me pilló en la ducha, sólo atiné a afirmarme en las llaves del agua caliente y el agua fría, hasta que el movimiento pasó. El terror me invadía cada vez que había un réplica.

Han pasado años desde aquel terremoto del 85. Ahora he madurado, he crecido, ya no les temo. Y hasta podría gritar como mi abuelito "¡¡¡Échale no más temblor, échale no más temblor!!!".

La fobia a los temblores ha sido superada…


La Cena de Año Nuevo

Jueves, 02 de Enero de 2003


Son las 16:00 horas. Recién llego del trabajo y no me queda ni un minuto para descansar. Es que es víspera de fin de año, tenemos invitados que atender y delicias que preparar. Lo primero echar a cocer las lentejas. No podemos comenzar un año sin comernos una cucharada de lentejas que simbólicamente representará la abundancia y que no faltará el alimento en nuestra mesa.

¿Pongo la olla con agua para preparar el cola de mono? Mmmmm, mejor no, todavía queda cole mono de la navidad, entonces mejor no preparar más, le diré a mi tía que mejor lo preparemos cuando venga Héctor para las vacaciones en una semana más. Sigamos entonces con la torta, si… hay que rellenarla, será de bizcocho y hojarasca, las hojas las compramos en el supermercado, entonces intercalaré hojas entre los bizcochos y la rellenaré con crema y piña y una capa de manjar. La mojaré con el jugo de la piña y le pondré un poco de pisco para darle sabor. No puedo dejar de hacer una torta para las festividades, es la tradición familiar y si no la hiciéramos mi tía andaría con el caracho todo el año. Entonces, mejor darle en el gusto.

Una vez terminada la torta, ¿por dónde seguir? ah… armaré las lentejas, prepararé un pino de cebolla frita y aliños y le agregaré el arroz. Una vez cocida la quitaré del fuego para dar espacio a las demás preparaciones. Ya son las cinco y media, no alcancé a hacer más cosas y mi tía Haydée ya está en casa. Después de refrescarse un poco con un vaso de cola de mono bien heladito, se cambia de ropa y comienza con el Fricasé.

¡Oh! El Fricasé es un plato exquisito, digno de una celebración de fin de año, ¿o será que a nosotros nos parece digno de eso porque mi abuelita lo preparaba para los años nuevos?, claro que tan seguido tampoco lo hacía, pero sí que era una vez al año. A todos nosotros nos encantaba, es un plato que lleva papas fritas y pan frito.

Este año mi tía lo preparará y por el sólo hecho de prepararlo ya es una fiesta para nosotros.

Comienza pelando las papas que luego picaremos muy delgadas y freiremos. Pica la carne en cuadraditos medianos, como los de un Ajiaco, le pone mucho ajo picado y aliños (pimienta, comino, sal y orégano). Ya empieza a salir un olorcito que impregna toda la casa y abre nuestro apetito. Mientras esto se cocina ella pica cebolla en cuadritos y pica también zanahoria en cuadritos pequeños. Aparte ha puesto a cocer arvejas. Cada vez que mi tía prepara este plato, Iván va a mirar la olla y revuelve de vez en cuando la carne para que se dore por todos lados. Cuando tiene hambre saca una mitad de pan marraqueta y se roba unos trozos de carne a medio morir saltando y los echa en el pan, luego huye del lugar porque mi tía si lo descubre se enoja. Menos mal que no está Héctor porque haría lo mismo, así como cuando mi tía freía el pescado los días domingo luego de llegar de la feria y mi papi le “robaba” una presa y se arrancaba. Él esperaba a que ella estuviera de espaldas a la paila donde freía y a la bandeja donde iba dejando las presas ya fritas. En cuanto ella estaba desprevenida pasaba por ahí, estiraba la mano y se iba con la presa cual gato ladrón. Luego se iba a esconder a su pieza o a otro lugar y nos llamaba a los tres para convidarnos. Nosotros nos quemábamos la boca al comer apresuradamente una presa clandestina que estaba hirviendo. Pero era delicioso probar el pescado con los dedos de mi papi.

La cebolla ya se ha incorporado en la olla junto con la zanahoria, ahora a esperar que se cocine un poco. Le agrega vino blanco y tapa la olla. La dejamos cocinar a fuego lento largo rato. Mientras tanto vamos preparando la entrada. Centolla desmenuzada y mezclada con mayonesa, todo esto envuelto en un rollito de jamón. Le acompañarán hojas de lechuga, aceitunas, machas, langostinos y choritos en aceite. Los mariscos irán dentro de la hoja de lechuga, la escarola, esas que parecen repollos. También le pone una rebanadita de tomate para darle color. La presentación es hermosa y el sabor…

Las arvejas ya se cocieron y junto con el líquido de su cocción se echaron en la olla con la carne. Luego agrega las papas fritas y el pan frito y quiebra dos huevos, los que se revuelven y mezclan con todo lo que hay dentro. Queda un plato seco delicioso porque las papas y el pan frito absorben el líquido de la cocción. El aroma es exquisito. Despierta el apetito, con razón al tío Hugo le fascinaba, por eso siempre mi tía decía “no se coman el fricasé que quedó en la olla porque es para su tío Hugo” pero igual lo comíamos porque no podíamos resistir a la tentación.

Iván prepara el ponche de duraznos con vino blanco y azúcar. Está heladito.

Ya empiezan a llegar los invitados, mi prima Mirtha trae una botella de pisco sour de su propia preparación. Y comienza la fiesta. Pongan la uva cerca, hay que comerse doce granos de uva para la suerte. Hay que tener plata en los bolsillos para que tengamos plata todo el año, hay que echar un diente de ajo en la chauchera para tener plata (uf! Este año se me fue la plata por entre los dedos, así que me echo dos dientes de ajo de los más grandes) el problema es que después no puedo abrir la chauchera porque el aroma…

Tantas cosas que hacer. Beber champagne y pensar en la persona amada, dar el primer abrazo a un hombre para encontrar pareja, puras leseras no más, pero igual las hacemos. En fin los ajetreos de fin de año son muchos.

Por fin dan las doce, todos a abrazarse, en la radio comienza el Himno Nacional, el que sólo escuchamos a fin de año y en las cadenas televisivas cuando el Presidente se dirige al país.

Suenan los petardos, los perros se vuelven locos ladrando.

Comienza un nuevo año, no sabemos qué nos deparará pero sí, ansiamos internamente que se acabe luego, porque así mi tía, podrá deleitarnos una vez más, con la exquisitez de su Fricasé…

El Admirador

Lunes 30 de diciembre de 2002

Caminaba distraídamente por esa calle que tanto conozco. Mi José Ureta. De pronto, pasa por mi lado un perrito que me es familiar.

Una vez lo vi, sentado en la calle, tomando el sol, en un frío día de invierno. Daba gusto verlo con sus manitos cruzadas y con una altivez que causaba admiración. Faltaba sólo que se pusiera lentes de sol.

Cuando lo ví esa vez, me dieron ganas de llevar mi máquina fotográfica. Su expresión era tan tierna que me cautivó. Desde ese día, siempre lo miro mucho. Es delgadito. Su cabeza y su hocico son alargados, se parece mucho a esos perros que corren detrás de las liebres. Es negrito y su pelo es muy corto. Lo malo es, que vive con gente que no lo trata muy bien, a veces lo dejan en la calle botado y hasta diría que pasa hambre, porque se ve flaco, a pesar que su contextura es delgada.

Vive con una familia no muy trigo limpio, son unos Cubanos medio ladrones, pero uno de ellos, el Cubano padre o el mayor, es muy correcto o al menos lo aparenta. Siempre que paso, me dice cosas, no sé si llamarlas piropos.

Iba por la calle y ví la puerta de su casa abierta, cuando pasé, miré de reojo, justo venía saliendo él, yo seguí caminando… de pronto una voz me paraliza –“señora, que tenga unas felices fiestas… usted es una gran dama”. Siempre me dice lo mismo, que soy una gran dama y me expresa toda su admiración, a veces me grita de una vereda a la otra y yo sólo me río para mis adentros, no puedo demostrar ningún sentimiento, porque se podría tomar confianzas que no deseo.

Otras veces voy con Iván y también me dice que soy una gran dama. Esta vez me deseó felicidades y tampoco soy tan insensible para no agradecerle, me volví y le di las gracias acompañadas de una sonrisa. Luego seguí mi camino al tiempo que él me decía: “disculpe si la molesté…”

Siempre que me dice cosas, me pide disculpas, para que no me enoje. La verdad es que es muy caballero, porque nunca me ha faltado el respeto. Y siempre logra dibujar una sonrisa en mi rostro… Es rico saber que hay alguien que te admira, aún sin conocerte…

El Viejito Pascuero

Diciembre de 2002
Cuando éramos niños recuerdo que siempre en los días previos a la Navidad, mi papi, se sentaba en el sofá del living de la casa y nos reunía a los tres a su alrededor. A mí que era su regalona, me sentaba en una de sus rodillas y nos hacía mirar un viejito pascuero de plumavit que colgábamos siempre de la cortina del ventanal del living y nos preguntaba con mucho amor qué queríamos que el viejito pascuero nos trajera para la Navidad.

Yo, que era chiquita, tendría unos cuatro o cinco años, miraba fijamente ese dibujo y como si él pudiese escucharme, le decía: (con voz infantil) – “yo quiero... un juego de ollitas...”, creo que en ese tiempo no sabía aún que esa sería mi vocación.

Era tal la fe que ponía a mi petición que cuando llegaba la hora tan esperada por mí (y creo que por mis hermanos también) corríamos al arbolito de pascua y buscábamos con entusiasmo y alegría nuestros regalos, rasgándolos apresuradamente para comprobar que ese viejito colgado en la ventana nunca dejaba de escucharnos y siempre nos traía lo que tanto ansiábamos, y dichosos y eufóricos mostrábamos nuestros regalos a mi papi, sin saber que ese viejito al que sólo veíamos en Diciembre, siempre estaba con nosotros...

miércoles, marzo 22, 2006

La Amiga Secreta

Diciembre 20 de 2002


La bolsita se movía en todas direcciones. Dentro de ella, danzaban los pequeños papelillos muy doblados. La bolsa se detuvo y mi mano entró en ella, tocando los papelillos. Tomo uno, lo desdoblo y leo el nombre. El azar ha elegido para mí, a mi prima Mirtha. Lo tomo y lo doblo ocultándolo de ojos intrusos.

Me da alegría porque así puedo demostrar a mi prima, a través de un regalo, el gran aprecio que le tengo y lo mucho que estoy agradecida con ella. Siempre ha sido para mí como una segunda madre. Siempre me ha brindado el calor y la amistad de una madre. Y esta es la ocasión de decirle lo que tal vez no me atreva a decir en palabras, oralmente, quizás porque soy tan sensible que mi voz se puede quebrar y no me gusta que eso suceda, no me gusta que me vean débil. Por eso, mejor se lo digo por escrito.

Ella siempre estuvo conmigo y de mi parte desde que era chiquita, siempre me trató como una hija más (tiene tres hijas menores que yo) pero siempre como digo, me trató como una más de sus hijas, junto con mi hermano Iván que era para ella el hijo que nunca tuvo.

Cuando su nombre viene a mi cabeza, recuerdo cuando salíamos de paseo, cuando para los 18 de septiembre siempre íbamos al parque O’Higgins a mirar las fondas, y de vez en cuando nos compraba anticuchos, nos llevaba a la Quinta Normal y para las Navidades íbamos a las ferias artesanales que se ponían cerca de la Municipalidad de La Cisterna, y mirábamos todos los juguetes, ella, siempre atenta, a ver cual de ellos nos emocionaba más, para luego comprarlo y regalarlo para la pascua. La situación económica era muy mala cuando éramos chicos, pero a ella, nunca le faltó para hacernos un regalo que nos llenara de alegría.

Cuando estaba en el colegio siempre le contaba cuando un niño me gustaba, porque siempre me entendía y me daba consejos. Era mi confidente y fue cómplice de muchas cosas, una de ellas, era que siempre me hacía los justificativos para no hacer gimnasia y es que yo odiaba la gimnasia… también me hacía los justificativos cuando faltaba a clases y más de alguna vez me acompañó a las convivencias del colegio… recuerdo una en especial, cuando llegué a la convivencia con ella y mis tres primas, y un cabro chico compañero mío me dijo: “¿chis? Faltó tu abuelita no más”…

Este año seré su amiga secreta y aprovecho la ocasión para agradecerle el apoyo y la comprensión que me brindó en momentos de angustia que viví. En momentos de soledad. Me ofreció su casa, aún contra lo que mi tía pudiera hacer o decir. Me ofreció su amistad incondicional y fue el paño de lágrimas que necesitaba. Gracias Mirtha por todo lo que me diste. Gracias por todo el apoyo. Te quiero mucho, eres para mí como una verdadera madre y estoy feliz de ser… tu amiga secreta.

La Música del Alma

Diciembre 14 de 2002

“La Pasión por la música”. El slogan de la Feria del Disco es genial, en realidad la gente que entra a ese lugar es gente apasionada por la música... así como yo.

Voy directo a la música en español. ¡Uy! lo que siempre busqué un Cd de Yuri, sin pensarlo dos veces lo tomó para llevármelo cueste lo que cueste, ya me ha pasado que veo un disco y no lo compro porque no tengo plata y cuando en realidad tengo, no lo encuentro. Es mi sueño... Siempre había ansiado un disco de Yuri y su "Maldita Primavera".¡Oh! un disco de Roberto Carlos... miro sus canciones y me encuentro con:

“No ganas al intentar, el olvidarme
durante mucho tiempo en tu vida
yo voy a vivir.
Detalles tan pequeños de los dos
son cosas muy grandes para olvidar
y a toda hora van a estar presentes, ya lo verás.
Si otra mujer apareciera por tu ruta
y eso te trajese recuerdos míos
la culpa es tuya...

...Yo sé que mientras existamos, recordaremos
y que el tiempo transforma todo amor en casi nada
Más casi yo me olvido de un gran detalle,
un gran amor no va a morir así
por eso de vez en cuando tu vas
vas a acordarte de mi...

No ganas nada con intentar el olvidarme,
Durante mucho, mucho tiempo en tu vida, yo voy a vivir...”

"Detalles"... Esa canción... se la escribí a él cuando me dejó. Se la envié en el último mail que le escribí. Ni siquiera sabía quién la cantaba. Fue la Tere, mi amiga, quien me dijo que la cantaba Roberto Carlos. No me gustaban las canciones de Roberto Carlos y nunca lo tuve en mis listas de preferencias por ser adquiridas. Pero cuando él… quien me había dejado con el corazón hecho trizas, fue capaz de devolverme el mail con esta otra canción...

“Tantas veces yo pensé volver
y decir que de mi amor nada cambió,
Pero mi silencio fue mayor
y en la distancia muero día a día sin saberlo tu...”

También fue la Tere quien me dijo que se llamaba "La Distancia" y que también la cantaba Roberto Carlos. Entonces, nació en mí la inquietud de querer oírla... quería escuchar su letra completa. Cuando tuve aquel Cd en mis manos, no lo pensé más, sólo quería escuchar esa canción... quería saber qué decía. Me latía fuertemente el corazón, pero cuando llegué a casa... no fui capaz de escucharlo.

Ahí quedó el disco por mucho tiempo. Cuando hacía aseo lo miraba, lo tocaba y lo limpiaba, sin poder escucharlo y sintiendo que mientras lo limpiaba lo estaba acariciando a él. Era tanto el sufrimiento que sentí con su partida que ni siquiera era capaz de escuchar aquel disco.

Nunca, ningún hombre me había dejado, así como me dejaba él. Destrozaba mi corazón y con él muchas ilusiones que había tejido en torno a él y que él mismo se había encargado de hacer brotar... “era la mujer de su vida, era lo que siempre había buscado, era la mujer hecha a su medida” (palabras textuales de él). En tan poco tiempo él sentía que me amaba... pero este gran amor, no fue tan grande y tan fuerte como para poder atravesar y romper barreras... se fue con el viento... tal como llegó... y mi alma lloró en silencio, sin poder hallar consuelo... luchaba internamente para no hacer brotar mis emociones en el trabajo, en la casa, en la calle, en todas partes... borré todo lo que pudiera recordármelo, su dirección de E-mail, sus fotos, sus cartas, todo lo que pudiera estar ligado a él... pero ahora, el sólo hecho de tener en mis manos aquel Cd me paralizaba, estrujando los últimos sentimientos albergados en mi corazón...

Cuantos días pasaron, hasta que por fin, fui capaz de poder escuchar por primera vez ese disco y esa canción... “su canción”. Y ahora, que ha pasado tanta agua bajo el puente, no puedo evitar recordarlo cada vez que escucho esa canción, esa melodía... Fue tan grande el sentimiento que él me inspiró, que no ha sido fácil poder arrancarlo de mi pecho.

Quizás sea un poco masoquista, pues cuando estoy triste o bajoneada lo escucho... y se me viene a la mente toda esa emoción que viví con aquel hombre y me pregunto si en algún momento se habrá arrepentido de haberme dejado... nunca lo sabré. Y guardaré mi disco de Roberto Carlos como hueso santo por el resto de mis días. Ni siquiera puedo desprenderme de él. Cuando mi hermano Héctor me lo pidió prestado, sólo le presté el Cd 2, era un doble... pero el Cd 1 donde está su canción, no se lo puedo dejar... a menos… que la herida haya sanado…

El Arbol de Navidad

Domingo 8 de diciembre de 2002
Una vez más a hacer memoria ¿donde habremos guardado las cajas con los adornos? Me subo en una silla. Miro arriba del techo del closet del dormitorio de mi tía. Las cajas están sucias, embaladas, llenas de polvo, que se impregna en mis manos y en mis dedos cuando las tomo suavemente, para no dejarlas caer. Son tan livianas como plumas. Dentro está toda la emoción de la navidad. Algunas suenan como cascabeles y es porque son adornos muy antiguos que hemos ido recopilando con el tiempo.

¡Uy! un árbol nuevo... es precioso, parece un pino de verdad. Sólo le falta el olor a pino… y, ¿porqué no traer unas ramas de los pinos del jardín y colocarlas escondidas por ahí para simular el aroma del árbol de navidad?

Mi tía, va sacando lentamente los juegos de luces. Cuatro juegos distintos que son los primeros que ocupan las ramas del árbol. El primero, un juego de farolitos que ahora son fijos porque tienen tantos años que ya no son intermitentes. Ese juego de faroles venía en una caja que ya no existe pero que me gustaba mucho mirar cuando era niña, el dibujo mostraba una góndola ambientada en las aguas de Venecia y en la punta de la góndola venía dibujado el farol, ¿ya podrán imaginarse la forma? de esos faroles ya no existen. El siguiente juego, son también luces fijas que vienen envueltas en una pelotita que simula la malla de hilos entretejidos de las pantallas antiguas de las lámparas, de distintos colores. No sé como definirlas... le siguen unas luces muy comunes que prenden y apagan al ritmo estridente de las melodías navideñas... y por último el juego comprado por Iván el año pasado, unas pelotitas como canicas que hacen unos juegos muy lindos porque se van encendiendo y apagando lentamente, no como el otro, que prenden todas las azules, luego las rojas, las amarillas y así sucesivamente. Este es distinto, porque se enciende poco a poco y se apaga poco a poco, como quien estuviera bajando o subiendo la intensidad de la iluminación.

De las cajas van saliendo diversas figuras, osos, viejitos pascueros, perros, campanas, corazones dorados, botas rojas por las que asoman cabecitas de ratones, cajas con forma de regalos en miniatura, pelotas de colores, largas guirnaldas doradas como collares y la infaltable estrella que es colocada finalmente en la punta.

Mi tía enciende las lucecillas y comienza la gran fiesta. El árbol cobra vida propia y lanza destellos que iluminan nuestros rostros y enternece nuestros corazones. Aquel árbol nos roba sonrisas de alegría, ¡que linda es la Navidad!

Hay un mar de cajas y bolsas, diseminadas por todo el living, y llama mi atención una caja verde, nadie la ha abierto, la tomo y suena como dije antes como cascabel... la miro y veo con emoción... mis ojos me transportan varios años atrás, cuando estaba mi papá en Navidad, estaba mi abuelita, mi abuelito, el tío Jorge, el tío Hugo... éramos tan chicos y esos adornos nos llenaban de alegría... ¡oh! el autito verde con esas grandes ruedas negras, la corneta por la que fuimos torturados toda una tarde. La tomo y soplo, todavía suena la muy condenada... con todo lo que nos hizo sufrir. Mi tía pensaba que tenía dos y nos hizo buscar por toda la casa esa segunda corneta inexistente, nos pegó a los tres por desordenados, cuando éramos inocentes de toda culpa... ¡Uy! el perrito verde, tiene una patita mordida, tiene un hoyo en esa patita de plástico (es que a mi me gustaba morderle la pata porque tenía un olor tan rico) ... ahí viene lo que tanto sonaba, un pato rosado que adentro debe tener algo porque se mueve y suena, su objetivo era flotar en el océano de la tina del baño. Moverse y sonar al compás de las aguas.

Esos juguetes adornaban nuestro árbol hace más de veinticinco años. La situación no era como ahora, que podemos darnos el lujo de comprar adornos nuevos... esos juguetes junto con unas guirnaldas, que hacía mi tía, con papel de los envoltorios de los dulces, colmaban nuestros corazones. El tío Jorge traía unos adornos llamados Kunfú o algo así, que colgábamos en los brazos de ese feo árbol, cuyas extremidades parecían los brazos del Robot de Perdidos en el Espacio. Pero a nosotros no nos importaba, nos emocionaba igual.

Pero estos adornos ya no los podemos colocar porque desentonarían con los otros. Los devuelvo a su caja nuevamente, la cierro y vuelvo a guardar esas imágenes en mi corazón, esos recuerdos tristes y dulces porque hay muchos familiares que ya no están, que ya no pueden disfrutar de nuestras navidades, pero que no se han olvidado y aún siguen viviendo con nosotros.

El árbol de Navidad es el árbol más bello que existe, porque trae muchos recuerdos y provoca grandes emociones a niños y adultos y no hay persona en el mundo que se quede indiferente cuando lo ve…

Primero de Noviembre


Noviembre 01 de 2002
Como todos los primeros de noviembre, vamos los tres: mi tía Haydée, Iván y yo, al cementerio a ver a mi papá, a mi tío Hugo, a mi abuelita, mi abuelito y mi tío Jorge.

Nos levantamos temprano y partimos para allá. El cementerio está ubicado a un costado de la Carretera Norte-Sur, la Panamericana (esta carretera recorre todo Chile, por ella me voy a Talca a ver a Héctor) y siempre hay una masa de gente. Todos tratando de llegar a la Pasarela. Los carabineros, (los pacos), están por todas partes tratando de hacer menos dificultoso el camino pero ya hay un dicho que dice: "donde hay paco, hay taco" y parece que es verdad.

Bueno, toda esta masa de gente trata de subir a la pasarela, otros vienen bajando y tampoco pueden permitir que suba mucha gente porque se puede ir abajo. Me daba risa escuchar como la gente opinaba y trataba de arreglar las cosas con sólo palabras, todos daban ideas de cómo hacerlo más expedito y yo escuchaba y me reía. Si todo pudiera solucionarse tan solo hablando, que fácil sería la vida.

Una vez que cruzamos, nos dirigimos a comprar flores. Llevábamos crisantemos, alelíes dobles, varitas de San José y una flor que traíamos desde casa. La única que era digna de ir al cementerio a hermosear la tumba de mi padre. Una varita de Ave del Paraíso, o más conocida como flor del pájaro. Las demás flores de nuestro jardín ya habían pasado, es decir ya habían florecido y no había ninguna más, que reuniera las condiciones para irse a ornamentar la lápida.

Ahí quedó entonces la hermosa vara color naranja y azul, adornando, junto con las demás flores blancas. Si hasta parecía sentirse orgullosa de estar ahí, entre las otras que venían procedentes de otros invernaderos, en cambio ella… sentíase dichosa porque era la única que había sido cortada especialmente para la ocasión. Estaba erguida y muy altiva disfrutando de los rayos de sol y miraba por sobre el hombro a las demás. Claro, tenía porqué sentirse orgullosa, porque mi padre la había comprado, se la había comprado a mi tía, (digo la mata) y nunca antes había florecido.

Hoy, era la primera vez que alguna flor de esa mata iba al cementerio. Mi papi nunca la vio florecer y mi padre falleció hace más de 16 años.

En fin, como siempre, la sepultura familiar se veía bonita, llena de blancas flores que danzaban y se ondulaban con el susurro del viento, alegres y dichosas festejando este día.

Mi Madre

Como ya he comentado. Mi madre nos dejó cuando éramos pequeños. Nos dejó al cuidado de mi papá. Nosotros (mis hermanos y yo), odiábamos a ese hombre que ella tenía. Ese hombre que le quitaba el lugar a mi papá.

No tengo recuerdos cariñosos de ella cuando era chica. Al contrario, recuerdo que al peinar mi cabello, me hacía daño, tironeándolo bruscamente. Recuerdo que no nos cocinaba, que pasábamos hambre, que no hacía el aseo (Héctor hacía las camas desde los 7 años, porque no le gustaba llegar a casa del colegio y ver que estaba todo sin hacer).

Como era su costumbre, una vez, fue a comprar y nos dejó encerrados en la cocina, con la tetera encendida (seguramente demoraría poco en llegar), el caso es que cuando el agua hirvió, Héctor y yo, sabiendo que había que apagar la cocina y sin saber cómo hacerlo, comenzamos a soplar la hornilla, soplamos y soplamos, hasta que con gran esfuerzo la apagamos… suerte que llegó mi papá y nos encontró encerrados con el gas de la cocina abierto y nos salvó la vida.

Nos fuimos de vacaciones con ella y sin mi papá, en su lugar iba él. Nosotros clamábamos, rogábamos estar con nuestro padre. Hasta que finalmente una tarde nos llevó donde el juez. La Mirtha, mi prima, acompañó a mi papi a recibirnos y ahí comenzó nuestra vida sin ella.

Cuando me portaba mal, mi papá me amenazaba diciéndome que me iba a devolver con mi mamá. A veces incluso me tomó de la mano e hizo como que me llevaba hacia fuera… recuerdo haberme afirmado a un sillón para que no me llevara. Para mi era tremendo, era algo que no quería hacer jamás… volver con ella.

Una vez me fue a visitar al colegio. La profesora me tomó de la mano y me sacó de la sala de clases. Al salir la ví. El miedo me invadió. La profesora me guió hasta ella y mi madre se agachó para abrazarme. Yo no quería, quería correr, arrancar, huir y alejarme de ella, pero estaba paralizada de miedo. Tendría siete años u ocho.

Para un año nuevo fuimos a saludar a mi abuelita Inés (madre de ella). Con mi abuelita nunca pedimos el contacto. Y claro, también porque mi abuelita vive casi al lado de nosotros. Mi mamá vive al lado también, pero colindando por el sitio que da con la otra calle. Las Esquinas se unen en José Ureta con Covadonga. Mi madre vive en Covadonga.

Saludamos a mi abuelita y no sé cómo, mi papá se percató que mi madre estaba ahí, escondida para que no la viéramos. Mi padre, muy caballero, fue hasta su escondite y la saludó. Le dio la mano. Nosotros escondidos como polluelos tras sus piernas no queríamos saludarla. Pero él nos obligó y tuvimos que darle el abrazo de Año Nuevo. No sé si él le guardaría rencor. Nunca hablaba de ella, pero escuchaba un disco 78, el que colocaba a todo volumen…

“…Porqué… Señor… ¿Porqué?
¿Porqué… ella… se fue?
Sin importarle que un niño en la noche
La llame, mamita
Con su carita enanita
Que implora caricias
El amor, materno, que ella, le niega

Recitado:
Dios mío… tu que eres tan bueno y que todo lo sabes
Y no lo digo por mi, sino, que por esa pobre criatura
Ese hijo de sus entrañas que siempre la está llamando
Con su débil vocecita, quebrantada por el llanto.
No creas que si vengo a ti, es para pedirte que la castigues,
Sino para que me des un poco de fuerza
Para poder gritarle todo el daño que nos hace
Gritaré con voces de mil gargantas su mal proceder
Y en el eco de la noche.
Retumbará mi voz para llamarle “Mala Madre”

Cantado:
Porque no mereces otro nombre
Sé que pagarás con tu existir
Entonces, ya derrotada, sin fuerzas, para seguir
Te hundirás con el peso de los años
Y un vacío muy grande en tu existir.

Nooooooo, la perdonaré señor… pero su hijo… siiiiiii
Para paran tan tan
……………………………………..

La historia de ella comienza cuando muy joven se enamora de Ricardo. Un joven al que mi abuelita Inés no le gustaba. Ellos se quieren casar. Mi abuela no quiere y para separarlos, se la lleva de Santiago, internándola en un colegio en la ciudad de Linares. Desesperado él, la busca, recorre todo Linares, pero no la encuentra.

Ya más crecida, ella vuelve a Santiago y juntándose con su vecina y amiga Haydée, conoce a Picho (mi papi) y se casa con él. Unos cuantos años más tarde, casualmente se encuentra con Ricardo. Y comienza de nuevo el idilio. Descubren que nunca han dejado de amarse.

Luego de varios encuentros (de los que fuimos testigos), deciden dejar todo, e irse juntos. Ella, deja un marido y tres hijos, él, deja una esposa y un hijo. Y se van lejos, donde nadie los encuentre.

………………………………………

Yo la odiaba. Muchas veces cuando adolescente lloraba en las noches porque me sentía incomprendida, en mi rebeldía peleaba con mi tía Haydée y lloraba sin poder entender porqué mi madre nos había dejado.

Como vivíamos prácticamente al lado. La veíamos constantemente.

Mi odio y mi desprecio eran tan grandes, que llegaban al punto en que, ni siquiera la miraba, cuando la veía acercarse por la calle, y muchas veces, hasta me cambié de vereda para no tener que pasar por su lado.

Nunca, jamás le hablaría.


Aquel año 2002, tan tempestuoso para mi (año del Caballo, mi signo del horóscopo chino). Cuando mi tía se enteró de mi relación con Luis. Cuando fui tildada de “puta”. Recién ahí entendí a mi madre. Tuve que ser tratada de la misma forma en que yo misma me refería a ella, para poder dimensionar lo que había sucedido. Recién ahí ví que todo lo que ella hizo, lo hizo por amor. Dejó todo… por amor.

Se descorrió para siempre el velo que cubría mis ojos y la garra que apretaba mi corazón, llenándolo de odio, fue soltando lentamente, hasta dejarlo liberado.

Sentí tantas cosas juntas, tantas cosas inexplicables. Quería saber de su boca lo que había pasado. Quería escucharla y enterarme de la otra cara de la moneda. Fue ahí, cuando decidí ir a hablar con ella. ¡Qué extraño! El sólo hecho de pensar en hablarle me liberaba y me daba paz.

El 29 de junio. De vuelta de una fiesta de cumpleaños de mi sobrino Alejandro (el Tato), pasé por su casa cuando iba camino a la mía. Sola, porque seguía con problemas con mi tía e Iván, al pasar por su puerta, un pensamiento me asaltó: “¿Y si paso a verla ahora?”. Deshice los pasos andados y toqué a su puerta “éste es el momento” me decía mi corazón.

- ¿Quién es? – Gritó una voz desde adentro. Era su voz
- Yo
- ¿Quién es yo? – Preguntó medio asustada
- Angélica
- ¿Quién? – Su voz tembló de la impresión
- Angélica – volví a repetir
- Ya voy…

Abrió la puerta. Me miró en la penumbra de la noche. Era invierno, hacía frío.

- ¿Puedo hablar con usted?
- Claro… pase

Entré. Me abrazó

- Perdóneme… perdóneme – Comenzó a llorar. Y sus lágrimas bañaban sus mejillas. Me abrazaba con tanta alegría, con tanto cariño contenido. No pude evitar llorar, por más que me hiciera la fuerte. Ella no paraba de pedirme que la perdonara.

Yo lloraba con ganas. Como si alguien hubiese estado conteniendo un caudal de lágrimas que querían liberarse y desbordarse violentamente por mis mejillas. Se juntaron todas mis tristezas… las de mi mamá… las de mi tía lejana… las de mi hermano… las de Luis… las de mi papá fallecido. Lloré por todos ellos juntos… Y mi corazón encontró el consuelo que tanto buscaba y que no podía encontrar.

Hablé con ella, le pregunté qué había pasado con mi papi, porqué las cosas habían sido así… “Mire, qué sacamos con hablar de eso ahora, si él ya no está y no puede defenderse”. Me pareció una buena respuesta.

Tomamos café y me fui a mi casa. De nuevo llorando, pero ahora, porque sentía la liberación de mi corazón acongojado. Sentí como toneladas de piedras iban cayendo a medida que avanzaba e iban alivianando mi carga. Jamás había vivido una sensación así… Sentía como la sangre que bombeaba mi corazón, lo iba inundando de una dulce sensación de bienestar. La paz y la tranquilidad se apoderaron de mi alma. Creí haber nacido de nuevo… lloraba… era mi cumpleaños… qué regalo más hermoso me hacía la vida. Un año atrás me había quitado a mi tío Hugo… y ahora… un año después… me devolvía a mi madre. Lloré…

No sé porqué hasta el día de hoy pienso que esta es una de las misiones de mi vida. Perdonar. Perdonarla a ella… lo que jamás pensé que haría. Es el acto de amor más grande que he hecho. Y junto con ese amor, murió todo el rencor que existía en mi alma. Ahora me siento llena de amor… disfruto de todos los momentos de mi vida y siento que soy feliz.

De regreso

Noviembre 20 de 2002
El tren se dirige raudamente hacia su destino. El sol ilumina y entibia los cuerpos de sus pasajeros, algunos de pie, otros sentados. Todos silenciosos escuchando solamente el rugido de las ruedas deslizándose sobre los rieles, absortos en sus problemas.

Al costado del sendero que delinea el camino se vislumbran unos árboles, apenas se ven pasar con la rapidez que lleva el transporte, uno, dos, tres... van quedando atrás. Miro hacia sus copas y voy descubriendo en ellas flores... flores que jamás había visto, ¿o es que nunca me había fijado que sus flores nacen en lo alto? Son de color naranja, parecen racimos muy apretados, tan suaves y frágiles que si las toco con mi mano suavemente, el viento se las llevará esparciéndolas por la ciudad.

Estoy contenta, puedo apreciar la belleza de estos árboles que miro todos los días pero que nunca veo. Puedo apreciar lo hermoso del camino y es... porque tu recuerdo ilumina mi camino.

-"Estación Los Héroes: Lugar de combinación con línea uno..." - Ploff! vuelvo a la realidad. Abandono el vagón que me condujo desde mi casa hasta el Centro de la cuidad rumbo a mi trabajo. Voy contenta y dichosa, con el corazón rebosante... sonriendo y pensando en la esperanza... esa esperanza que me mantiene con vida... la esperanza de que pronto podamos estar juntos nuevamente...

Piriápolis

28 de Septiembre de 2002


Piriápolis es un Pueblo chiquito ubicado al Este de Montevideo, es un balneario muy tranquilo y la Rambla que hay ahí es muy hermosa. A pesar de que las nubes no me dejaron ver el arrebol en toda su magnitud, se veía un cielo muy hermoso, invadido constantemente por negras nubes cargadas de agua que amenazaban con bombardearnos en cualquier momento. Era hermoso ver los escasos rayos del sol filtrarse por entre medio de esa nubosidad, dando un espectacular colorido en diversas tonalidades de grises. El viento, suave y frío me golpeaba la cara dejándome las mejillas frías y pálidas.

La Arquitectura en el país llamó mucho mi atención, todas las casas distintas unas de otras, algunas construidas de ladrillo, cuyo tamaño era inferior al típico ladrillo de aquí. Otras eran de piedra, como las casas que vemos en la costa. Los techos resplandecían con sus tonalidades terracota y naranja, eran tejas de fuertes colores debido a la humedad del ambiente. Pero no todas las casas tenían tejas, también había zinc en menor grado y había unos techos que llamaron en especial mi atención, eran unos entretejidos de paja y barro cuya altura no era la forma habitual de las techumbres, éstos empezaban más o menos en la mitad de la altura de la vivienda, daba el aspecto de las casas de cuentos que se ven en el bosque, como la casa de los Pitufos por ejemplo. Yo veía en ellas una forma como de hongo, eran lindos, muy verdes y sobre ellos crecía musgo y pasto, insisto en que parecían casas de cuentos de hadas insertadas en medio del bosque. Estos techos eran aislantes del frío y del calor.

La mayoría de las casas estaban bautizadas, tenían un nombre. Nuestra casa, la de Gonzalo y yo, se llamaría “Los Enamorados” y tendría grandes jardines y mucho prado y árboles.

Las casas estaban bastante aisladas unas de otras, no vi ninguna casa “pareada”, tampoco había rejas que las separaran. Quisiera tener plata para poder construir “Los Enamorados” y me gustaría que fuese una casa-Residencial donde pudiera recibir a todos mis seres queridos que visitaran Uruguay.

Piriápolis es el sueño de lugar para descansar y admirar la naturaleza y el Río, el gran Río de la Plata. Los Eucaliptos embriagaban con su aroma el ambiente de día y de noche. Oh! Piriápolis, quiero volver allá, no tan solo por tu hermosura, sino también por los recuerdos que allá dejé.

Gonzalo

Martes 14 de Febrero 2006

Gonzalo fue mi primer amigo virtual. Un amigo de verdad, que me daba su apoyo y su amistad incondicional. Desde que nos conocimos (por Internet), pensamos en conocernos en persona. Él quería venir a Chile a conocerme. Pero sus miedos producto a su inseguridad y su falta de madurez (es 8 años menor que yo) lo retenían allá, en Montevideo – Uruguay.

Cuando comencé mi relación con Luis. Le conté a Gonzalo lo que había pasado. No me gustan las mentiras, así que desde un principio (cuando retomamos el diálogo luego de su confusión sentimental) le dije lo que me pasaba y sentía. Le conté con lujo de detalles todo lo ocurrido con Luis.

Casualmente, cuando llegó Luis a mi vida. Gonzalo se interesó más en mí. Yo, ya no lo miraba como lo había visto antes, con ojos de mujer. Ahora lo veía más como un amigo. Así que ya no me interesaba mucho que él viniera a Chile a conocerme.

La decepción que había vivido con Luis, me llevó a una depresión increíble. Tenía problemas con mi tía en mi casa (porque mi tía nunca aceptó mi relación con Luis y me trató como una puta, por haberme acostado con él, recién conociéndolo).

–“¡Puta! Igual que tu madre… ¡no le perdiste pisada!”, me dijo.

Los problemas en casa me alejaron de ella y de mi hermano (Iván), él se puso de su parte, aún diciéndome a mi, en su ausencia, que estaba conmigo y no con mi tía, que me apoyaba a mi y no el planteamiento de mi tía. Pero siempre su actitud demostró que estaba con ella, quizás para no quedar mal. Héctor en cambio, me brindó su apoyo incondicional. Varias veces fui a Talca a llorar mis penas con ellos. Hasta la Claudita mi sobrina, que tenía como 7 años, sabía lo que pasaba. Mi prima Mirtha, me ofreció su casa, aún sabiendo que mi tía Haydée se enojaría con ella por hacerlo.

A excepción de mi tía e Iván, toda la familia me apoyó y me entendió.

Gonzalo entonces, fue mi paño de lágrimas. Me llamaba constantemente y quiso venir a Chile. Yo estaba muy deprimida, me sentía despreciada, por mi tía, por mi hermano, por Luis. Sólo en mi trabajo me sentía a gusto, porque mis amigas y compañeras también estaban conmigo.

Así fue que un domingo 30 de Junio. Cuando los piluchos se encontraron en el Parque Forestal para ser fotografiados en pelota para Tunick.. Yo terminé mi turno de 9 a 17, y junto a mi gran amiga Paola (a quién dedicaré un capítulo de este libro) nos dirigimos hacia el Aeropuerto, en el vehículo de mi cliente frecuente (en tortas) mi amigo en ese entonces, don José Miguel. Él tenía la misión de tomar las fotografías, mientras mi amiga Paola filmaba el encuentro.

Yo estaba nerviosísima. Jamás había ido al Aeropuerto. Mi amiga sí lo conocía y ella, gentilmente me acompañó y me ayudó a localizar a Gonzalo. Porque si bien es cierto había visto varias fotos, me costó mucho individualizarlo y ahí estaba mi amiga que me confirmaba – “ese es”

- ¿Gonzalo? – le pregunté y me acerqué a él. Sonrió, con una sonrisa de oreja a oreja que me dejó ver sus grandes dientes. Yo lo abracé y le di un beso en la mejilla. Lo dejé helado, él no sabía qué hacer, si soltar las maletas y abrazarme o quedarse como estaba. Entretanto mi fotógrafo y mi camarógrafo inmortalizaban el momento.

Tomé una de sus maletas para guiarlo hacia donde estaba el auto. Don José Miguel me la quitó y la cargó él, mientras la Pao seguía filmando, toda una Spilberg. Tomé la mano de Gonzalo y no se la solté más, como queriendo protegerlo para que no se extraviara en un país que no conocía.

En mi casa mientras tanto, nadie sabía nada de lo que pasaba y mi ausencia había sido encubierta por una excusa, donde me ausentaría del hogar, debido a que iba a ir a cuidar a otra amiga, la Lorena (que esperaba un bebé). Así nadie sospecharía que no estaba en casa de Lorena (ella fue avisada oportunamente para que no echara todo a perder).

Gonzalo es un niño muy simpático. Me divertí mucho con él. Me hizo reír, me hizo olvidar a Luis (momentáneamente). Tuvimos un romance que comenzó como una Luna de Miel. Conseguí el Apart Hotel más hermoso que encontré para quedarme unos días con él. Hasta conocí un poco más mi propia ciudad paseándolo a él.

Todo Chilesat sabía que él venía. Lo llevé a conocer mi lugar de trabajo y a mi jefa, la que quedó fascinada con este Uruguayo tan simpático, alegre y buen mozo. Preparé una torta de mil hojas (su preferida) en su honor. Lo hice comer Porotos con Longaniza y ensalada de Cebollas en Escabeche, le compré pichanga, le gustó el Manquehuito y quedó fascinado con el Fanshop (Mitad Fanta, mitad Cerveza). También comió Pescado Frito, Empanadas, Bistec a lo Pobre y otras cosas.

Lo pasée en Metro (el que le encantó por lo rápido, limpio y grande). Lo llevé a conocer el Cerro Santa Lucía. Ahí tomamos muchas fotos. El Funicular y el Cerro San Cristóbal, la Torre Entel, la Alameda, el Paseo Ahumada, la Plaza de Armas (donde disfrutamos el helado más rico que él probó en su vida, del Bravíssimo… helado de tres sabores, servido en un vaso y con el cono del barquillo sobre la cumbre.

Él me enseñó donde estaban las Casas de Cambio, en el Centro de Santiago, ahí en la calle Agustinas – no tenía idea lo que eran y jamás las había visto, menos sabía donde encontrar una. Ahora hasta me fijo en el valor del dólar cuando paso por ahí.

Como mujer casera que soy, había muchos lugares que descubrí con él. Y más aún que fotografié, pensando en lo bello que es mi Santiago y por Dios, que rabia que la gente, no lo cuide, ni aprecie su arquitectura, en los pocos edificios antiguos que quedan. Eso lo aprendí a valorar cuando viajé a Montevideo).

También lo llevé a Isla Negra, a conocer la casa de Neruda y a conocer el Océano Pacífico. Quedó fascinado de ver sus aguas tan azules y su espuma tan blanca…

Finalmente volvimos a Santiago y fuimos a comprar recuerdos para su familia.

Lo dejé en el Aeropuerto la mañana del sábado 6 de julio del 2002.

Gonzalo me sacó del pantano en donde me había dejado Luis. Él me hizo ver de nuevo el sol. Me hizo sentir querida. Ví como los colores del arco iris inundaban de nuevo mi ser y fui feliz…

Mi tía Haydée

Lunes 13 de Febrero 2006


¿Cómo podría empezar a hablar de mi tía?

Era la regalona de mi abuelita. He escuchado que a mi abuelita le gustaban las hijas y no los hijos, así es que luego de perder dos hijas que murieron a temprana edad… mi tía vino a traer alegría a su casa. Por lo mismo, fue muy consentida y le cumplieron casi todos los deseos.

Actualmente, va a cumplir 65 años. Nunca se casó, porque tuvo una desilusión amorosa que la llevó a encerrarse en su casa por mucho tiempo. Salió de ese encierro cuando mi tía Eliana (su prima de Talca) la convenció de que estudiara y trabajara. Así fue como entró a la Empresa Correos y Telégrafos del Estado, por allá por el año 1968. Aprendió con mucho orgullo el sistema Morse (comunicación telegráfica a través del Alfabeto Morse, que es un lenguaje a base de señales auditivas o visuales a intervalos cortos y largos).

Cuando la Empresa fue privatizada, se dividió en dos compañías, Correos de Chile (con el servicio de cartas) y Télex-Chile con el servicio de Telegramas. En esos tiempos el teléfono era un lujo que no todos podían solventar. Así que el sistema de comunicación más rápido que existía eran los Telegramas. Un papel escuetamente redactado (se cobraba por palabras, por lo que en él se tenía que resumir lo mejor posible el mensaje) que eran llevados a destino por un “mensajero” (persona que se transportaba en Bicicleta a entregar dicho mensaje, no importaba la hora.

Con el paso del tiempo, la empresa Télex-Chile se convirtió en un Holding, que dio paso a varias subempresas, entre ellas Chilexpress (con servicio de mensajería y encomiendas), Chilesat (servicios de Telefónica de Larga distancia Nacional e Internacional), Chilesat PCS (Servicio Telefonía Móvil), Chilepac (Servicio de Datos) y otras más, en el mismo rubro de las comunicaciones.

Mi tía estuvo más de 30 años en la misma compañía (ya que sólo cambiaba de razón social). Una vez recibió un premio a la “Mejor Funcionaria”. Era un premio en dinero y un galvano que adorna la Biblioteca de la casa. Ella decidió cuándo retirarse. Siempre fue considerada una excelente trabajadora. Y se ganó el respeto de todos en esa empresa. Gracias a ella, entré yo a trabajar a Chilesat, donde estuve 11 años.

Mi tía es muy llevada de su idea. Y como la regalona de la casa, las cosas se hacían como ella quería y como ella decía. Así cuando tenía 30 años, era ella quién estaba a cargo de la casa. A esa edad se hizo cargo de nosotros. Sus tres sobrinos regalones.

Cuando éramos chicos, nos cacheteó de lo lindo para que nos portáramos bien y estudiáramos. Gracias a sus enseñanzas con “mano dura” hoy somos lo que somos. Y crecimos sin rencor por los golpes recibidos. A mi me pegaba más que a todos, porque yo era rebelde y la oveja negra de la casa. Estudiaba sólo para las pruebas – cuando estudiaba – y quería hacer las cosas a mi manera también. Y claro, con ese ejemplo, yo quería imitarla en muchas cosas.

Si mi forma de ser es mandona, se debe a que lo aprendí de ella. Si soy organizada, se debe a ella (tiene un libro donde lleva el registro de todas sus cuentas y deudas. Yo llevo uno igual). Si soy emprendedora y me gusta lograr mis objetivos, es porque ví con qué esfuerzo ella logró levantar la casa… fue ella quien trabajaba sacrificándose en turnos de noche durante un mes completo para terminar la casa. Fue ella quien trabajó para ampliarla. Era la única que tenía deseos de progresar. Ella no esperaba que las cosas llegaran solas, sino que las buscaba. Se sacrificó trabajando duro para darnos educación. Y digo que fue ella, porque mis abuelitos fallecieron y mi papá nos abandonó cuando Héctor, el mayor, aún no terminaba la Universidad… mi tía sola nos sacó adelante. Mi tía sola se preocupó de todo lo nuestro. Fue mejor que una madre, porque estuvo presente en todo, siempre nos vistió con la mejor ropa, se preocupó de enderezarle los dientes a Héctor llevándolo al Dentista y nos llevó al doctor para corregirnos el pie plano a Iván y a mi.

Por eso mi hermano Iván, que vive con ella, la adora y nunca la va a dejar sola. Ella siempre ha tenido miedo a la soledad y eso la ha hecho muy egoísta en su afecto. Le costó mucho asumir que somos personas que tenemos que dejar el hogar para formar nuestras propias familias.

Es orgullosa como mi abuelito y gracias a Dios no es rencorosa.

Nunca dice “te quiero”, nunca hace un cariño ni te da un beso. Sólo te abraza para el año nuevo y cuando es tu cumpleaños (siempre y cuando tenga para hacerte un regalo, sino tampoco te da el abrazo “No me gusta dar abrazos sin regalo”). Tampoco se deja acariciar, ni besar. Hay que darle besos a la mala, bien rápido y correr porque si te pilla, te pega un charchazo.

Ella demuestra su amor con regalos. No regala cualquier cosa, siempre es algo que te haga falta (claro que hubo una navidad, en la que estábamos súper pobres y en vez de regalarme un juguete, me regaló un sostén. Uf! Un sostén, mi primer sostén. Me dio una vergüenza mostrar el regalo. Tenía como 11 años y fue traumatizante recibir ese regalo. Pero tenía que empezar a usarlo (al menos no fui la única en recibir algo así, a los chiquillos les regalaron calzoncillos).

Las cosas las dice como son no más, na de adornos, ni rodeos. Cuando tenía 13 años, estaba en el dormitorio de mis hermanos, jugando como todos los días con mis muñecas de papel (muñecas de cartón que traían vestidos para recortar y vestir), ese día de verano fue terrible para mi. Fui al baño y me encontré con una mancha, una mancha chocolatada en mi ropa interior. En mi ignorancia, no sabía lo que era eso. Nadie me había hablado de ello. En casa el sexo era un tabú. Me lavé y me cambié ropa… al rato, de nuevo había manchado la ropa, volví a lavarme y cambiarme, hasta que llena de vergüenza fui a mostrarle a mi tía, lo que me pasaba. Me entregó una toallita (de las que usaba ella) para que me colocara. Yo volví con mis muñecas de papel… ella fue donde yo estaba y me dijo: “de ahora en adelante debes dejar de jugar con muñecas. Ahora eres una mujer”. Tuve que guardar mis muñecas, sin saber ni entender lo que ella quería decir. Desde ese momento tenía que jugar a escondidas o cuando ella no estaba.



Le gusta la jardinería más que a mí. Porque hay flores que a mi no me gustan, en cambio a ella, todas le gustan. Una vez para su cumpleaños le envié un tremendo ramo de flores. Y le envié un Radiotaxi para que la fuera a esperar al trabajo. Cuando llegó a casa, le tenía una rica torta selva negra de las que yo sé hacer.

Tiene una mano insuperable para cocinar. Hace una exquisiteces como los Riñones al Jerez, el Pastel de Choclo, las Humitas, Empanadas, Fricassé… En realidad, no recuerdo alguna comida que ella hubiese cocinado y que no me hubiese gustado. Todo lo que cocina es rico. Salvo claro, cuando se le pasa la mano en la sal. Lo que ahora no sucede porque está con problemas de presión. Así que tiene que cocinar casi sin sal (o con sal especial).

Siempre ayuda a toda la familia. A mi me ha regalado ene cosas. Con mi prima Mirtha le ayudó a pagar los estudios a mi prima Janirée (para que estudiara Auxiliar Paramédico). Lo que pueda regalar, regala... jamás vende algo, siempre lo regala y comparte sus cosas (menos sus flores, ahí sí que cuesta obtener alguna, yo se las tengo que robar).

Aunque se hace la fuerte, es muy sensible. Ella nunca quiere demostrar sus sentimientos. Nunca quiere que la vean débil. Es muy seria, como un mecanismo de defensa quizás, pero en el fondo tiene corazón de merengue. Es muy noble, leal, fiel, buena conversadora, culta, le gusta leer también y cuando algo la hace reír, suelta una tremenda carcajada que nos indica que se está divirtiendo. Gozaba mucho con las películas del Gordo y el Flaco. El que la conoce bien, sabe que es bromista y que tiene buen sentido del humor.

Cuando era chica, me gustaba escucharla reír mientras miraba la tele. Eso indicaba que estaba de buen humor. Porque odiaba el desorden y cuando las cosas no estaban en su lugar volaban plumas… no por nada el abuelito le decía “El Huracán”.

Esa es mi tía, mi tía-madre… la persona que más quiero en la vida.

Luis

Viernes 10 de Febrero de 2006
Una vez ví una película que me impresionó mucho, era del género “Ciencia Ficción”, me encantan esas películas. Soy fanática de la Guerra de las Galaxias, y ahora, de El Señor de los Anillos.

La película que me llamó la atención, no recuerdo bien el nombre, pero trataba de una persona que se colocaba unos lentes y entraba al mundo del Ciber espacio. Un mundo virtual, intangible… Jamás pensé, que con la tecnología podría conocer gente de otras Latitudes.

Una compañera de trabajo, la Vicky, llegó a mi puesto un domingo por la noche. Yo trabajaba en Chilesat, estaba en turno de tarde, hasta las doce de la noche. Ella, venía entrando a turno de noche (de 00:00 a 08:00) y me dijo muy contenta: – “¡Oye! ¡Aprendí a chatear!” - ¿Chat? No estaba en mis libros, ¿qué era eso? Yo, interiorizada en la computación y teniendo Internet desde hacía tiempo en mi casa, incluso comprando a través de la Red, no sabía lo que era “chatear”. Como no sabía lo que era, tampoco llamaba mi atención. La Vicky me enseñó y me llevó a ese mundo virtual. Entré al http://www.uol.com/ (sitio de Chat Argentino). Ahí después de varios días de chateo conocí a Gonzalo. Un Uruguayo muy simpático, que me envió su foto en la primera conversación que tuvimos. Es bastante atractivo, me dije y comenzamos un cuasi romance por intenet. Nos conectábamos todos los días, charlando por largas horas, en las tardes del otoño en Santiago y en las noches frescas de marzo y abril. Entre nosotros, surgió una atracción. A los pocos días ya era casi una “necesidad” conectarme con él.

Mi corazón, estaba solo desde hacía unos años. Estaba casi herméticamente cerrado. Aún recordaba mi última relación. Relación que había dejado una pequeña grieta en él, y la esperanza de encontrar definitivamente el amor. Por esa grieta ingresó Gonzalo, convirtiéndolo y transformándolo en una flor, impaciente por florecer. El amor inundaba mi ser. Muchas veces mis colegas de trabajo me dijeron que mi aura, iluminaba todo el entorno. Es que el amor irradia muchas sensaciones… Así enganchada estaba de él. Cuando a su vida apareció un ex amor, revolviendo su cabeza y sus sentimientos. Dejó de escribirme mientras ordenaba sus cosas… La flor, al igual que una Hortensia, comenzó a marchitarse, nadie la regaba, nadie la cuidaba y el silencio la dañaba…

Bueno, me dije… Si por Internet lo conocí a él, también podré conocer a otros… y así, me aventuré a una nueva experiencia y conocí a Luis. Un Chileno, igual que yo, que estaba en Santiago, igual que yo. Estábamos tan cerca, el uno del otro.

La atracción por Luis fue casi, “fulminante”. Teníamos los mismos gustos. Disfrutábamos de las mismas cosas: Leer, la música (romántica-cebolla), escribir, la naturaleza… Comenzamos a contarnos lo que hacíamos, cómo vivíamos, con quién vivíamos. Poco a poco mi corazón medio marchito, se abrió como un libro y sentí que había encontrado al hombre de mi vida. Sentí que mi sueño del hombre ideal, estaba materializado en Luis. Me pareció encontrar mi “alma gemela”, mi media naranja, la mitad que faltaba para completarme. Es atractivo. Me gustaba su foto.

Yo aún no le enviaba mi foto (me gusta hacerme la interesante). Hasta que finalmente se la envié… Como mi personalidad es medio “revoltosa” (como dice mi amigo Vito) y juguetona, le dije que era mi prima… y luego de un largo jugueteo que disfruté mucho, le confesé que era yo.

Así, luego de chatear alrededor de una semana, y de sentirnos tremendamente atraídos. Decidimos conocernos. El día del Censo, fue el elegido. Yo saliente de turno de noche y él libre por feriado legal.

- Irías conmigo… donde yo te llevara?

- Si : - Exclamé sin pensarlo. Sabía dónde quería llevarme y no tenía miedo. Quería ir con él, donde fuera… al fin del mundo… pero con él.

Me amó como nunca me habían amado en mi vida. Fueron tres horas, las tres horas más hermosas de mi vida (y lo sigo manteniendo, ahora que han pasado casi 4 años). Por él sentí cosas que jamás había sentido en mi vida. Falté a mis principios, entregándome a un hombre al que apenas conocía. Creía que eso sólo ocurría en las películas. Ver a un hombre y sentir esa atracción a primera vista. No pensé en nada… sólo di rienda suelta a la pasión que sentía y que él me hacía sentir. Me volví loca de amor ¿Porqué lo escribo y se me nubla la vista? ¿Porqué lloro todavía al recordarlo?

Nos vimos sólo dos veces. Me enamoré como nunca… él por su parte decía sentir lo mismo por mi… pero una nube cubrió el sol y mis días se nublaron.

Las circunstancias de la vida lo hicieron alejarse. Sus hijas, lo llamaban a su lado, pese a que estaba separado. A mis casi 36 años, había tenido pocos romances, en ninguno de ellos me habían abandonado. Ahora… tenía que pagar y vivir en carne propia, lo que antes había provocado a otras personas.

Mi mundo quedó reducido y fui escondiéndome en mi caparazón de cangrejito. El otoño inminente contribuía a mi desesperación con sus días tristes y grises.

- ¡Luis! ¡Luis! Te amo…

Salía del Metro. Caminaba por el bandejón central de la Alameda. Las Hojas amarillas por el suelo, el viento las trasladaba de un lugar a otro y enfriaba mis mejillas… Con mis manos juntaba las solapas de mi chaquetón alrededor de mi cuello, para abrigarme. Pero el frío de mi alma, no podía ser abrigado por nada… lloraba con mi personal conectado a mis oídos… la música acompañaba mi agonía…
Todo acabó, de ti ya no hay nada.
Sé que es mejor, dejar que te vayas.
No sé si me arrepienta mañana, sin tu mirada

No dormiré, hoy no tengo ganas.
Sé que tendré una noche muy larga.
Las lágrimas me llenan la cara
La angustia de estar equivocada…

Mañana, Mañana será otro día y tendré calma,
Buscaré la forma de vivir sin ti. Hoy necesito llorar.
Mañana, mañana, tendré la fuerza que hoy me falta
Seré libre y volveré a pensar en mí. Hoy necesito llorar

Cómo lograr, sacarte de mi alma.
O recomenzar, si hay algo que falta.
Yo sé que es imposible olvidarte.
Sin ti yo tengo que acostumbrarme.
Mañana, mañana…
Esta canción reflejaba todo lo que yo sentía, la escuché una, mil veces… fue el Himno que debía sacarme de ese estado, junto con las palabras de Scarlette O’Hara (Lo que el Viento se Llevó), “mañana… será otro día…”

martes, marzo 21, 2006

El Censo que cambió mi vida...




Carta para Luis. Jueves 25 de Abril de 2002
“¿Sabes? Cuando salí de turno aquella mañana del Censo, me pasó algo muy raro. Estaba tan tranquila, tan calmada que me extrañé. Iba a reunirme contigo y no me sentía nerviosa para nada. Al ir acercándome y verte esperándome no se me doblaron las piernas como pensé, ni se me enfriaron las manos como creí. Fue como si te conociera de toda la vida. Fue algo muy lindo. Me gustó mucho este primer encuentro. Fue como mágico. Sentí el calor de tu abrazo y el fuego de tus besos. A pesar del frío, me sentía abrigada contigo. Tus brazos me cobijaban y tu boca me besaba una y otra vez. Fue tan rico sentir tus abrazos… apretados… que cerraba los ojos para disfrutar de ese momento… ahí, en plena Alameda, en esa Avenida que estaba desierta… todos esperaban en sus casas para ser censados. Me apartaste un poco sólo para decirme: ¡Eres más linda que tu prima! Y me volviste a besar con un beso apasionado. Me abrazaste tan fuerte que me levantaste y me mantuviste así en el aire por unos segundos. Éramos los únicos locos que estaban ahí a las ocho de la mañana.


Cuando llegué a casa, me retaron por no haber avisado. Estaban preocupados. Me llamaron al trabajo, mi tía le avisó a toda la familia de mi “desaparición” y luego, cuando llegué, en vez de ponerse contenta porque llegaba sana y salva… me trató de “sinvergüenza”. Pero nada de lo que dijera iba a borrar o empañar la felicidad que sentía mi espíritu. No podría borrar la sonrisa de mi rostro.

Cuando tomé el metro rumbo a casa, conecté mi personal stereo y escuché las canciones de la Javiera Parra, esas canciones antiguas como “Procuro Olvidarte” o “La Maldita Primavera”. El tren iba casi vacío. Me senté y mirando por la ventana iba evocando todos los bellos momentos que vivimos. No podía evitar sonreír al pensar en lo tierno y preocupado que eres. Cada cierto tiempo me llevaba la rosa a la nariz, para tratar de recordar a través de ella tu perfume… aunque llevaba mi piel impregnada de ti y eso, ya me hacía feliz. Nada de lo que dijeran en casa iba a borrar de mi memoria la dicha vivida aquel Censo 2002.

Entré a mi dormitorio. Me saqué la ropa (estaba en turno de noche y debía dormir para la noche que se acercaba) y me puse mi camisa de dormir. No pensé en ducharme para no quitar tu aroma de mi cuerpo y recordarte cada vez que me daba vuelta entre las sábanas.

No pude dormir, tu recuerdo me lo impidió, tal como tú, no pudiste dormir la noche anterior. Ahora yo no lograba conciliar el sueño y entre vueltas para allá y vueltas para acá, lo único que traía a mi mente eras tú… Luis… mi amor… y el recuerdo de esos besos que ya estoy extrañando…”

Buscando un nombre

Aún no sé cómo titular estos escritos o este libro, son varios los nombres que vienen a mi cabeza: “Vivencias” porque he ido relatando paso a paso lo que ha ocurrido en mi vida, tanto presente como pasada, creo que las cosas que me han sucedido son muy especiales, quizás sea como dice la Martita que es porque yo soy especial o como dice la Pao que vemos las cosas con otros ojos. Lo cierto es que me pongo a narrar las cosas y salen directo de mi corazón porque escribo y escribo y hasta yo después de leerlo me impresiono de ver las cosas lindas que se me ocurren.

La idea de escribir un libro nació precisamente porque son cosas lindas que me gustaría compartir con otras personas. La vida es bella y como decía mi ex Jefe don Lautaro: “vivir es bonito, saber vivir es lo que cuesta” y tenía toda la razón, así es la vida. Yo he vivido muchas cosas bellas, pero también he vivido muchos momentos tristes y duros.

Siempre me había gustado escribir. Nunca pensé que me pondría a escribir mis cosas en un computador. La idea comenzó cuando empecé a tener amigos por Internet, ahí empecé a narrarles a ellos mis vivencias para que fueran conociéndome a través de los mail. Cuando le empecé a escribir a Luis fue cuando se me ocurrió narrar todo en capítulos. Luego fue madurando la idea y aquí estoy.

Como he conocido varias personas por Internet pensé escribir de cada uno de ellos e iba a titularlo como “Historias de Web…” aunque mejor quedaría como: “Historias de Huev…” porque pocos amigos he conservado a través de esto y muchos se prestan pal puro huev… Pero debo reconocer que he tenido suerte porque hasta ahora no me he encontrado ningún depravado ni psicópata. Eso sí, me he encontrado con mucha gente sola y tímida. Gente como yo, que prefiere dedicar tiempo a esto que a ir a conocer gente por ahí en la calle. Yo me he vuelto una viciosa, claro que antes más que ahora, porque antes chateaba como loca, ahora estoy más calmada, debe ser porque ya encontré lo que andaba buscando. A Gonzalo, mi amado.

Creo que el día que termine de escribir encontraré un gran título para este proyecto de libro.

La Familia

24 de Abril de 2002

¿Cómo empezar?... Mis padres se separaron cuando yo tenía como 5 años, Iván tenía 3 y Héctor 6. Nunca vi maltrato verbal ni físico que mi padre haya tenido con ella (mi madre). Pero sí vimos que ella tenía otro hombre y que se paseaba y salía con él. Ese hombre que ella tenía era un amor pasado que había tenido y probablemente fuera el amor de su vida, de otra forma no me explico el porqué de su elección. Nosotros sufríamos al ver esto y odiábamos a ese hombre. Y siempre llorábamos y clamábamos por nuestro papá que siempre estaba trabajando y que incluso quizás ni se enterara de su infidelidad.

Pues llegó el momento en que mi padre nos reclamó ya que siempre fuimos lo más importante en su vida. Ellos se separaron de hecho (nunca se anularon) y ella nos entregó a su cuidado aconsejada por el mismo Juez quien le dijo que nos entregara a nuestro padre porque él como hombre, pronto se aburriría de cuidar tres cabros chicos y a la larga nos devolvería a ella. Ella firmó un documento en el cual se declaraba incompetente como madre y ante este hecho nos fuimos a vivir a casa de mis abuelitos paternos.

Ellos eran viejitos cuando llegamos allá, en realidad no lo eran tanto, pero para nuestros ojos infantiles los veíamos viejitos. De la unión de ellos nacieron varios hijos: Mi tío Hugo (fallecido el año pasado); mi papá, Héctor (fallecido hace 16 años); mi tío Jorge (fallecido hace 20 años) y mi tía Haydée con quien vivo y quien se hizo cargo de nosotros a la edad de 30 años, ella nunca se casó y siempre cuidó de nosotros como una verdadera madre. Sólo que le faltó un poquito de calor maternal, pero no importa, lo importante es que gracias a ella somos lo que somos.

Mi tía siempre se preocupó de todo, de los estudios, la salud, la casa, etc. En principio éramos ocho en casa: mis abuelitos, mi tía Haydée, mi tío Jorge, mi papá y nosotros tres. Para qué voy a contar lo terribles que éramos, sobre todo Héctor, el mayor. Pero eso será cuento de otra historia.

Cuando Héctor (37 años) terminó la enseñanza media postuló a la Universidad de Talca que era donde teníamos familiares y podría estudiar. Es profesor de Castellano, se enamoró y se casó con una chica de allá, mi cuñada Elsa (Elsy) que también es profesora de Castellano. Tienen 2 hijos: Diego de 10 años y Claudia de 5 (ella es mi regalona y mi ahijada). Actualmente viven allá.

Iván tiene 34, es soltero, trabaja en el Banco de Chile, estudia Ingeniería en Gestión Informática, es un poquito mañoso y mal genio, pero muy buen chico, de buenos sentimientos, sano de espíritu y muy noble. Vive conmigo y mi tía Haydée.

Mi tía Haydecita, que es como mi madre, tiene 60 años, trabaja en Chilexpress, nunca se casó ni tuvo hijos, pero a quien Dios no le da hijos le da sobrinos y sobrinos tiene muchos.

Mi tío Hugo, el que falleció el año pasado, falleció el mismo día de mi cumpleaños, por lo que nunca me olvidaré de él, además que a mi me quería mucho y podría afirmar que era su sobrina favorita. Me decía Angeliquita. Él tenía muy buen humor. Estaba casado con mi tía María a quien vamos a visitar desde el fallecimiento de mi tío cada 15 días, ellos tuvieron una hija llamada Leyla (32) que se casó, se separó y tiene un niño de 5 años, Yerko (también sobrino preferido mío y ahijado).

Tengo otros tíos y muchas primas que también tienen sus respectivos hijos. En la familia soy la única mujer que no tengo hijos.

Para qué decir cómo adoro a mi familia, me encanta invitarlos, organizar celebraciones de cumpleaños y cosas por el estilo. La última celebración en grande que hicimos fue para el cumpleaños número 60 de mi tía Haydée, aunque no fue como queríamos celebrarlo porque mi tío Hugo llevaba recién 3 meses de fallecido.

Mi padre murió cuando yo tenía 19 años. Yo era su predilecta, debe haber sido porque era la única mujer, me quería mucho. Él nunca rehizo su vida, ni buscó otra mujer. Creo que sufrió. Se emborrachaba todos los fines de semana y eso no me gustaba. Debe haber ahogado un poco su tristeza con el alcohol.

Mis hermanos y yo somos muy unidos, terriblemente unidos, nos queremos ene y siempre nos apoyamos en todo.

De mi madre nunca más supimos… en realidad, si supimos pero nunca la volvimos a mirar, no la saludamos ni le hablamos. Ella después de la separación se unió con ese hombre y tuvo dos hijos más a los que tampoco hablamos ni miramos. El único nexo maternal que existe es mi abuelita Inés que es su madre y que siempre nos visita y está con nosotros y siempre la invitamos a pasar las celebraciones en nuestra casa. Ella, mi abuelita adoraba a mi papá y es que mi papi era muy bueno y cariñoso también con ella.

Eso es lo que puedo contar por el momento de mi familia… después voy a seguir contando de mis otros primos y tíos que no aparecen nombrados aquí pero que son igual de importantes.

La Infancia


25 de Abril de 2002

Quiero contar un poco cómo fue mi infancia, que, a pesar del sufrimiento de la separación de mis padres, fue una infancia linda, larga y feliz.

Vivíamos con mis abuelitos que nos trataban muy bien. El abuelito era un gran cocinero, yo creo que de ahí vienen mis dotes culinarias. Él siempre hacía unas sopas de verduras muy ricas, le ponía de todas las verduras imaginables, todas picadas muy fino y con fideos cabellos. Sus sopas eran deliciosas.

Cuando en casa comíamos pollo a él siempre le daban la pechuga, pero él nunca se la comía completa, sacaba una rebanadita y el resto lo guardaba en el refrigerador y al día siguiente nos hacía unos sandwich de pollo con esa misma pechuga que había guardado, claro que tenía que cortarlas como telas de cebolla para que alcanzara para todos, luego las condimentaba con aceite y sal.

Todos los días era él quien nos preparaba el desayuno en la mañana para irnos a la escuela, en muchas ocasiones nos preparaba sandwich de huevo duro molido con ajo, no imaginan el dragón con el que íbamos al colegio. Ahora sé porqué nadie se sentaba mi lado en la escuela.

Con mis hermanos nos llevamos como un año y medio cada uno. Cuando estábamos en la básica éramos bien pobres, no había recursos para comprar juguetes y cosas que ahora los cabros chicos tienen por montones. Nosotros nunca teníamos plata para eso. Pero Héctor, se las ingeniaba para hacer figuras humanas de papel. Tomaba los cartones de las virutillas para el piso y dibujaba indios, la caballería Norteamericana y sus respectivos caballos. Luego las recortaba y jugaban con ellos, a los hombres les hacían un corte con la tijera entre las piernas y eso hacía que montaran los caballos. Se tiraban al suelo a jugar y colocaban los largos ejércitos en las separaciones de las tablas del piso.

Como estos juguetes no eran muy duraderos ya que estaban hechos de una especie de cartulina. Héctor ideó la forma de hacerlos de madera. Para ello, iba al "cuarto" y hacía las figuras con las herramientas de mi papi y la madera de mi abuelito. Yo siempre alegaba porque no podía participar de estos juegos porque eran juegos de hombre. Era tanto lo que yo hinchaba por jugar con ellos, que para una Navidad, Héctor me hizo una docena de mujeres de madera, con vestidos de distintos colores (pintados con acuarela, último de rasca porque cuando llovía se despintaban enteras) pero la intención era la importante. Fue el mejor regalo que recibí en esa Navidad. Yo estaba feliz, por fin podía jugar con ellos.

Como en todas partes en donde se encuentre un hombre y una mujer es inevitable la atracción... comenzamos a formar parejas entre las figuras de madera. Debo señalar antes que había de todas las especies de figuras, desde soldados Alemanes, Americanos, Mohicanos, Araucanos, Vikingos, superhéroes, etc. (a Héctor le gustaba la variedad) Bueno, a veces hacían guerras entre los Alemanes y los Americanos y éstas eran tan violentas que todo terminaba en un gran incendio provocado por ellos, donde moría gran parte de la población. De repente los chiquillos se arrepentían de la masacre y sacaban los monos del fuego y muchos quedaban lisiados, faltándoles un brazo o una pierna. Había uno en especial, el señor Granaderos (porque tiraba granadas) que quedó con medio cuerpo solamente, no tenía piernas, entonces Héctor le hizo una silla de ruedas. Menos mal que eso no fue impedimento para que se casara con una de mis mujeres, previa confección del curita que debía oficiar la misa de matrimonio. Y así fue naciendo el pequeño pueblo de madera, gran orgullo de la familia. Yo elegía a los hombres más guapos que se iban a casar con mis mujeres y luego Héctor nos hacía la descendencia haciendo niños de diversas edades.

También les hacía sus casas de madera, con sus respectivos techos (no era al lote la cosa tampoco) y todo quedaba cimentado en un gran tronco cuadrado medio apolillado que teníamos y que estaba pegado a la pared. Era realmente divertido jugar ahí. Los chiquillos se levantaban en la mañana, tomaban desayuno y se iban directo al pueblo a jugar y yo, los seguía también. Muchas veces despreocupaba el aseo y el almuerzo por ir a jugar. Estábamos como hasta las dos de la tarde jugando y luego volvíamos en la tarde (después de almuerzo). Era un gran vicio que nos hacía muy felices. A mí me daba rabia tener que ir a cocinar en circunstancias que los chiquillos se quedaban jugando todo el día. Yo quería jugar todo el día igual que ellos.
Siempre fuimos muy unidos para jugar y para todo. Y por eso digo que mi infancia fue larga, porque yo jugué como hasta los 15 años con ellos. Mientras otros niños de esa edad ya estaban pensando en pololear nosotros nos divertíamos jugando. Siempre encerrados en nuestra casita.

En verano, el ciruelo que había en ese entonces, junto a la terraza (hace unos años se secó) nos agraciaba dándonos sus ricos frutos amarillos y grandes. A la Jany – nuestra prima - le encantaban esas ciruelas porque su pulpa es blanda y dulce como la de los damascos. Las ciruelas caían a medida que iban madurando reventándose en el piso y los chiquillos hacían guerras con ellas, lanzándoselas en la ropa en la cara o donde se estrellaran. Cuando ya no encontraban más ciruelas en el suelo se subían al techo a sacar las que caían ahí y seguían con la guerra. Claro que cuando los pillaba mi tía los mandaba de un aletazo a ducharse y a cambiarse ropa.

Como ya dije, desgraciadamente el ciruelo se secó, y ya no dio más su frondosa sombra sobre la terraza. Pero antes de morir, dejó diseminada su semilla, por varios sectores del patio de nuestra casa, así que continuamos deleitándonos con sus frutos, claro que ahora es la Dinky (nuestra perrita) quien las saborea a medida que van cayendo.

El ingenio de Héctor era tan ilimitado que hasta nos hacía álbumes en los cuadernos viejos para que jugáramos y él mismo hacía las figuritas que teníamos que pegar en el álbum. Y como todo juego tenía que ser lo más real posible... nunca hacía la figura difícil de encontrar. Y nos tenía así metidos sin poder completar el álbum.

Muchas veces en verano nos tocaba asear la casa, bueno, para hacer la tarea más grata y entretenida nos dividíamos el trabajo haciendo competencias. Héctor hacía una lista en la que colocaba:

"Iván: 1. Hacer las camas; 2. Limpiar vidios; 3. Ayudar a correr los muebles... Hora de término 14:30"
"Angélica: 1. Virutillar y encerar el Living y el comedor, 2. Lavar los platos... Hora de término: 14:00"

Y él también se hacía su lista para realizar. Cuando se cumplía el plazo, Héctor en tenida de encerar (pantalón corto, zapatillas y polera) iba al ropero, sacaba una chaqueta de mi papi y una corbata y se la colocaba, junto con un papel hecho por él mismo, que se pegaba en la solapa y en donde se podía leer la palabra “Juez”. E inspeccionaba lo que habíamos hecho colocándonos nota o sancionándonos en caso que no lo hubiésemos hecho correctamente.

A veces también para entretenernos cuando aseábamos la casa, se nos ocurría colocar en el viejo tocadiscos del equipo, todos los discos 45 que tenía mi papi. Teníamos que colocarlos uno por uno y darlos vuelta, ya que sólo traían una canción por lado. Terminábamos con dolor de cabeza tanto escuchar discos. Otras veces colocábamos los discos 33 (long play) y otras, los antiguos discos de vinilo (los 78). Esas eran las tres clasificaciones de las revoluciones que tenían los tocadiscos. Quizás por eso también somos buenos coleccionistas de música. A los tres nos gusta comprar nuestros discos (menos el Héctor en realidad, porque él piratea). Y los tres tenemos, cada cual por separado, una colección muy variada. También fue mi papi el que nos lo inculcó, comprando sus discos y escuchándolos a todo chancho los fines de semana.

Lo pasábamos súper bien. No faltaba porqué reírnos en casa y no faltaba en qué entretenerse. Por eso digo que mi infancia fue larga…linda… y feliz...

Yo


Martes 23 de abril de 2002

Soy Angélica y voy a contar un poco como soy.

Soy muy alegre, es mi principal característica, siempre me estoy riendo y nunca dejo de sonreír (sólo cuando mi ánimo no está muy bueno y eso es muy a lo lejos. Lo malo es que cuando algo no me gusta o me molesta se me nota de inmediato, no sé ocultar mis emociones). Tengo mucha paciencia, soy perseverante, cuando quiero algo no para hasta que lo tengo. Soy porfiada.

Me gusta escuchar música, tengo de todo tipo de música, más de 150 Cd originales, desde Valses Peruanos hasta lo más inimaginable: Boleros, Rock, New Age, de todo un poco. Pero lo que más me gusta es la música romántica (Luis Miguel, El puma Rodríguez, etc.) También me gustan las canciones "cebolla" tales como Lucho Barrios, Pimpinela y otros. Me gusta escuchar y canturrear. Me gusta bailar también aunque nunca salgo a hacerlo, de hecho nunca he ido a una discoteque y las pocas veces que fui a fiestas fue de puro milagro.

En casa no me dejaban mucho salir. Creo que eso me creó un sentimiento muy arraigado hacia la familia, me encanta estar en familia, me encanta estar en casa, por mí no saldría ni a comprar, de hecho tampoco lo hago, a veces puedo estar una semana en casa sin asomar la nariz a la puerta de calle. Y es que en casa nunca falta algo que hacer o en qué entretenerse.

Me gusta ver películas del cable, a veces cuando he estado de vacaciones me he visto hasta tres películas al hilo, que llego a quedar cuadrada de tanto estar sentada. Soy medio chiflada también, porque cuando una película me gusta mucho, a parte de verla cientos de veces, si me la encuentro en video la adquiero para mi Videoteca. Ya tengo varias. También grabo algunas del Cable, pero sólo las que más me gustan. Luego se las presto a mis colegas del trabajo.

En todo lo que hago creo que soy obsesiva, aprendí a hacer Tarjetería Española y me compré un cuanto hay de revistas con diversos modelos, claro que no tengo mucho tiempo para hacerlas, así que ahí quedaron ocupando espacio en algún lugar de la casa.

Me gusta mucho leer, para irme al trabajo siempre viajo en Metro (vivo en La Cisterna y mi trabajo está en pleno centro de Santiago, cerca de la Torre Entel). Y para no perder el tiempo en mirar un túnel oscuro y feo o mirar las caras de los pasajeros, prefiero dedicar esos minutos a la lectura y porque además es el único tiempo que tengo disponible para ello. Aunque a veces en el trabajo cuando no hay muchas llamadas también se puede leer. Normalmente me leo como 10 libros al año. Nunca dejo de hacerlo y como ya saben... la obsesión... me compro los libros que me gustan para incluirlos en mi Biblioteca personal.

También me gusta cocinar, me gusta la repostería... ni les digo cuanto material tengo, libros, revistas, etiquetas de tarros de leche condensada, etc. ¿Y saben qué? Hago tortas para vender, es mi hobbie, algún día sueño con tener una pastelería y un salón de té. Pero también soy exquisita para mis cosas, me gustan las cosas buenas y quiero un salón de té elegante y una pastelería como el Mozart, claro que las tortas que hago son decoradas y todo, nada que ver con las tortas de los supermercados o las pastelerías, hago tortas con figuras (Minie, Mickey, Piolín, con formas de corazón, etc.) Tengo cualquier cantidad de moldes para cumplir ese objetivo y en casa ya no hay espacio, tengo hasta debajo de la cama con moldes y cachureos relacionados con eso.

Cuando me compré el computador por allá por el año 1995 mi única intención era pasar todas las recetas que tenía recopiladas al computador para hacerme un libro de cocina. Al principio la idea era digitar las recetas, dejar los espacios para las fotos y luego una vez impreso pegarlas... pero la idea fue rápidamente desechada porque el libro iba a quedar muy guatón. Luego se me ocurrió mejor fotocopiar el libro a color una vez que estuviera listo, pero esa idea era muy cara, cada página fotocopiada a color costaba como $1.000 en ese tiempo. Finalmente apareció el scanner y díjeme "ésta es la mía, voy a escanear las fotos y luego imprimo a color", pero nunca tuve mucho tiempo para digitar las recetas, así que fue pasando el tiempo y con ello los avances tecnológicos. Ahora puedo buscar recetas por Internet sin necesidad de tanto sacrificio.

Me gusta jardinear, me apasiona la jardinería, plantar, regar, vivo comprando plantas y flores. Tengo un jardín muy variado, me gusta ver lleno de flores en primavera y sentir los aromas de los jazmines y los azahares en noviembre. Me llevo transplantando de aquí para allá y de allá para acá. Después me aburro con algunas plantas y las arranco todas y planto otras. Gracias a Dios tengo un buen trabajo que me permite darme estos gustos.